Crítica:TEATRO

Pólvora mojada

La Fura dels Baus es una factoría con cuatro líneas de trabajo. El éxito de sus vertiginosos espectáculos de los años ochenta, donde tenía al público en jaque, corriendo de un lado para otro, ha llevado a sus integrantes a montar óperas, actos masivos al aire libre y teatro de sala, a la italiana, como este Boris Godunov: el título se refiere al drama de Pushkin, que se está representando cuando un comando de un país invadido irrumpe en el teatro y toma como rehenes a los espectadores, con el propósito de forzar una negociación.

Àlex Ollé, codirector de La Fura, y David Pl...

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La Fura dels Baus es una factoría con cuatro líneas de trabajo. El éxito de sus vertiginosos espectáculos de los años ochenta, donde tenía al público en jaque, corriendo de un lado para otro, ha llevado a sus integrantes a montar óperas, actos masivos al aire libre y teatro de sala, a la italiana, como este Boris Godunov: el título se refiere al drama de Pushkin, que se está representando cuando un comando de un país invadido irrumpe en el teatro y toma como rehenes a los espectadores, con el propósito de forzar una negociación.

Àlex Ollé, codirector de La Fura, y David Plana, autor del texto, se han inspirado en la matanza del teatro Dubrovka, de Moscú, donde, en 2002, un comando checheno tomó centenares de rehenes y las fuerzas de operaciones especiales rusas acabaron entrando al asalto. Su propósito es doble: hablar de terrorismo, dando espectáculo. Lo segundo lo consiguen, al principio, con una actuación rotunda y envolvente de todo su elenco, a punta de Kaláshnikov. Después, Plana y Ollé dejan que todo se vaya deslizando hacia lo previsible: hablan, con una dialéctica epidérmica, de manipulación informativa, de motivos personales frente a razón de Estado y de otros temas demasiado grandes para abordarlos de frente, sin matices ni tiempo.

BORIS GODUNOV

Dirección escénica y dramaturgia: Àlex Ollé y David Plana. Con Pedro Gutiérrez, Pep Miras, Juan Olivares, Francesca Piñón, Albert Prat, Òscar Rabadan, Fina Rius, Sara Rosa Losilla y Manel Sans. Producción: La Fura dels Baus. Teatro María Guerrero. Madrid. Hasta el 19 de octubre.

La escenografía, a base de imágenes en blanco y negro creadas por ordenador y proyectadas, económica y eficazmente, de última generación, es novedosa, pero presenta el mismo problema que las viejas filmaciones de La Linterna Mágica de Praga: como los actores no son transparentes, sus siluetas se recortan sobre interiores y paisajes. En este montaje de Boris Godunov hay mucho cine, quizá demasiado para una función de teatro. Se trata de un recurso cómodo, y redundante en algunas ocasiones, como cuando la pantalla amplifica, en primerísimo plano, el estupendo monólogo de Francesca Piñón: prefiero bajar la mirada y ver su imagen real, en tres dimensiones. También hacen un trabajo admirable y resolutivo Pedro Gutiérrez, en el papel del enérgico líder terrorista; Manel Sans, Óscar Rabadán, Fina Rius y Sara Rosa Losilla, que encarna a una joven tierna metida en camisa de once varas.

Claro que Boris Godunov tiene buena factura, como casi todo lo que La Fura dels Baus firma, pero no pone el dedo en la llaga ni coge el corazón en un puño. Quizá no quepa pedirle tanto. Con lo que dan, Ollé y compañía están arrastrando al teatro a un público masivo, que, en general, parece salir complacido.

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