Análisis:

Ni trampa ni cartón

Evidentemente hoy no es un buen día para animarse a invertir en Bolsa. A la hora en que esto se escribe la española perdía un 4,5% y en Wall Street la dificultades de los principales bancos de inversión norteamericanos están llevando la situación al borde del "pánico". En este contexto de crisis y desconfianza, el parqué del mercado del arte londinense lanza hoy una de las más arriesgadas subastas del año, de la "década", incluso del recién inaugurado siglo XXI, anunciada como las grandes citas deportivas a las que nos acostumbran a prestar atención los medios de comunicación globales, excitad...

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Evidentemente hoy no es un buen día para animarse a invertir en Bolsa. A la hora en que esto se escribe la española perdía un 4,5% y en Wall Street la dificultades de los principales bancos de inversión norteamericanos están llevando la situación al borde del "pánico". En este contexto de crisis y desconfianza, el parqué del mercado del arte londinense lanza hoy una de las más arriesgadas subastas del año, de la "década", incluso del recién inaugurado siglo XXI, anunciada como las grandes citas deportivas a las que nos acostumbran a prestar atención los medios de comunicación globales, excitados por la incertidumbre del resultado que, en este caso, puede ser algo menos previsible incluso que los récords de Phelps y Bolt en la pasada Olimpiada.

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Una subasta de más de 200 obras "originales" del artista vivo con más altas cotizaciones conocidas que salen por primera vez a la venta pública.. Arriesgado sí, pero pensándolo bien no resulta nada nuevo y, por supuesto, menos escandaloso que alguien trate de utilizar con toda lealtad las leyes del mercado del arte, simplificando los procedimientos y los gastos para que la mercancía llegue a sus impacientes nuevos propietarios sin más intermediario que el mazo del subastador, más gastos de embalaje y transporte. Incluso puede llegar a tener un plus de interés si lo que persigue esta performance es atacar los cimientos del sistema en el que se sustenta hoy el mercado del arte. Ni trampa ni cartón. No en balde el arte es ilusión como nos recordaba Orson Welles en su película Fake mientras improvisaba un juego de manos.

Miguel Zugazaes director del Museo del Prado

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