Guerra habla en el Romea sobre la Segunda República y rehúye polemizar con Montilla

Aunque minoritarios en el PSC, Alfonso Guerra tuvo siempre sus seguidores en Cataluña y unos 400 de ellos acudieron ayer al teatro Romea para oírle disertar sobre la política cultural de la Segunda República. Premiaron la conferencia con un cerrado y vibrante aplauso, sin mostrar decepción alguna por la total ausencia de alusiones a la actualidad política.

Guerra no estaba ayer para polemizar con el presidente José Montilla, como hizo la semana pasada en Rodiezmo (León) cuando advirtió a sus compañeros del PSC sobre los riesgos de apretar demasiado al Gobierno del PSOE en la pugna por l...

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Aunque minoritarios en el PSC, Alfonso Guerra tuvo siempre sus seguidores en Cataluña y unos 400 de ellos acudieron ayer al teatro Romea para oírle disertar sobre la política cultural de la Segunda República. Premiaron la conferencia con un cerrado y vibrante aplauso, sin mostrar decepción alguna por la total ausencia de alusiones a la actualidad política.

Guerra no estaba ayer para polemizar con el presidente José Montilla, como hizo la semana pasada en Rodiezmo (León) cuando advirtió a sus compañeros del PSC sobre los riesgos de apretar demasiado al Gobierno del PSOE en la pugna por la financiación de la Generalitat.

Montilla le replicó en aquel momento afirmando que en la actualidad el ex vicesecretario general y ex vicepresidente del Gobierno "no es una voz representativa del socialismo" y ni siquiera ocupa responsabilidades en la ejecutiva federal del PSOE. Los numerosos periodistas que ayer esperaban a Guerra al final de la conferencia intentaron, en vano, arrancarle una respuesta a Montilla. Se negó en redondo.

Entre los oyentes que llenaron la platea del Romea figuraba, sin embargo, un miembro del Gobierno catalán, Joaquim Llena, consejero de Agricultura, socialista. Y junto a él, Bartomeu Muñoz, alcalde de Santa Coloma de Gramenet, y Salvador Clotas, uno de los más fieles guerristas.

Cuando iba a comenzar el acto irrumpieron dos activistas de la Plataforma pel Dret a Decidir con sendos carteles con la leyenda, en catalán, "ni Guerra ni Tribunal Constitucional. Tenemos derecho a decidir nuestro futuro". Uno de ellos completó su autodescalificación ante la sala cuando, antes de ser expulsado, lanzó un estentóreo grito de "fascista" contra Guerra. Éste señaló entonces que "un espíritu de intolerancia como éste" terminó con la República de la que iba a hablar.

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