Crítica:POP

Que se jubilen

Nick Carter, de 28 años, ha perdido al menos 10 kilos. Confiesa: "He contando las calorías que he ingerido durante días. Ha sido horrible". Por el camino, Carter rompió con Paris Hilton. Las consecuencias fueron trágicas: el cantante debió tapar el tatuaje que se había hecho en honor de Hilton. Si tienes acceso a su brazo lo podrás comprobar. Una chapuza, vaya. AJ McLean (30 años) dice haber dejado las drogas: "Me pasé, pero ya estoy limpio". Brian Littrell (33 años) ha editado un disco en solitario de temática cristiana. Jesus loves you es el tema estrella. Howie Dorough (34) se casó h...

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Nick Carter, de 28 años, ha perdido al menos 10 kilos. Confiesa: "He contando las calorías que he ingerido durante días. Ha sido horrible". Por el camino, Carter rompió con Paris Hilton. Las consecuencias fueron trágicas: el cantante debió tapar el tatuaje que se había hecho en honor de Hilton. Si tienes acceso a su brazo lo podrás comprobar. Una chapuza, vaya. AJ McLean (30 años) dice haber dejado las drogas: "Me pasé, pero ya estoy limpio". Brian Littrell (33 años) ha editado un disco en solitario de temática cristiana. Jesus loves you es el tema estrella. Howie Dorough (34) se casó hace tres meses: propuso matrimonio a su chica ante 40 personas, amigos y familiares. Todo muy bonito. Hasta aquí la actualidad de Backstreet Boys. Bueno, falta Kevin Richardson, el más listo, que ha preferido quedarse en casa y no exponerse a hacer el ridículo con sus ex compañeros por esos escenarios del mundo.

Backstreet Boys

Palacio de Deportes. 35 euros. Madrid, miércoles 23 de abril. 6.000 personas (menos de media entrada).

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También hay que informar de que el grupo estadounidense nunca se ha marchado, aunque dé esa impresión. Cuando las cosas pintaban nubladas decidieron tomarse un respiro. Alguno de ellos editó discos en solitario, bastante intrascendentes, y, hace poco más de un año, se telefonearon. No sólo se les ocurrió la gran idea de grabar un nuevo disco (el tedioso Unbreakable), sino que también lo iban a apoyar con una gira. Todos a cubierto. En esas estábamos cuando se apagaron las luces del Palacio de Deportes.

Se encendieron y, sí, allí estaban ellos, con unos albornoces de boxeador, dando saltitos en un ring que llenaba el escenario. Sonaba la trilladísima Eye of the tiger, de la banda sonora de Rocky, que empalmaron con uno de sus éxitos, Larger than life. Fue patético cuando los cuatro chicos simulaban que se pegaban golpes y caían a la lona. De verdad, lo mires desde cualquier ángulo siempre daba el mismo resultado: patético. No parecieron enterarse muchas de las jovencitas de las primeras filas, que, a pesar de no ser muchas (hubo pinchazo: ni media entrada) gritaban como si les fuera la vida en aquello.

Por mucho que se empeñen, por ellos los años han pasado como una apisonadora. Si algunos concursantes de Fama llegan a bailar como AJ McLean no pasan ni el primer corte. El concierto transcurrió entre coreografías carentes de glamour, las interminables baladas de su nuevo álbum y numeritos ya vistos en cualquier espectáculo de crucero. El colmo fue cuando uno de estos muchachotes les hizo un gesto a unos chavales del público para que apagaran sus cigarros. No le hicieron ni caso, claro.

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