Columna

Auditoría cívica al Gobierno / y 2

El corazón del republicanismo es la concepción de la libertad como no dominación. De este modo trata de superar la distinción establecida por Isaiah Berlín a final de los años cincuenta del pasado siglo entre libertad negativa (ausencia de interferencias) y libertad positiva (tomar parte activa en el control y en el dominio de cada uno). La libertad como no dominación descansa de lleno en el Estado y en sus funcionarios: gracias al Estado y a la Constitución puede el pueblo disfrutar de la libertad.

El ideal de la no dominación tiene dos consecuencias en la actuación de un Estado. Prime...

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El corazón del republicanismo es la concepción de la libertad como no dominación. De este modo trata de superar la distinción establecida por Isaiah Berlín a final de los años cincuenta del pasado siglo entre libertad negativa (ausencia de interferencias) y libertad positiva (tomar parte activa en el control y en el dominio de cada uno). La libertad como no dominación descansa de lleno en el Estado y en sus funcionarios: gracias al Estado y a la Constitución puede el pueblo disfrutar de la libertad.

El ideal de la no dominación tiene dos consecuencias en la actuación de un Estado. Primero, la protección frente al poder privado: el Estado debe reducir el potencial opresor de los poderes privados, adoptando políticas que apoyen y refuercen la posición de los ciudadanos en tanto tales, su capacidad de ir con la cabeza bien alta mirando a la cara a los demás. Segundo, la protección frente al poder público: el Estado debe organizarse y limitarse a sí mismo, de modo que su poder político no represente una fuerza dominante en la vida de los mismos ciudadanos a los que ha de servir.

En la auditoría que Philip Pettit ha hecho del Gobierno de Rodríguez Zapatero (Gobernar en España 2004-2007: un balance republicano o cívico) -que tanto ha desagradado a la oposición de derechas y a muchos analistas- hay una parte referida a la infraestructura necesaria para garantizar de forma amplia la libertad como no dominación, que se compone de cinco elementos: una economía floreciente, un Estado de derecho sólido, un sistema educativo abierto, un sistema de salud en perfecto estado, y un medio ambiente sostenible.

En cuanto a la infraestructura económica ("que tiene gran importancia para los republicanos dado que la pobreza nos hace correr el riesgo del dominio de unos pocos"), Pettit defiende tres ideas sustanciales: que la economía está en un buen momento, con fuertes y continuados incrementos del PIB, y reducción del desempleo; que este crecimiento empezó en la etapa Aznar y Zapatero no sólo lo ha mantenido "sino que ha seguido una trayectoria ascendente"; y que pese a los esfuerzos realizados en estos tres años de legislatura socialista, hay problemas estructurales a largo plazo como el bajo nivel de investigación y desarrollo, y el relativamente bajo nivel de productividad.

De esa descripción de la coyuntura económica se pueden sacar algunos matices y, sobre todo, incidir en algunas preguntas. Entre los primeros, recordar que el ciclo largo de crecimiento de la economía española -más de 14 años- no comenzó bajo el mandato de Aznar, sino un poco más atrás, en el último gobierno de Felipe González, siendo ministro de Economía el actual vicepresidente económico, Pedro Solbes. En ese periodo se pusieron las primeras bases -que luego remató de modo brillante el vicepresidente económico del PP, Rodrigo Rato- para la entrada de España en el euro, en el pelotón de cabeza.

Los interrogantes son los siguientes: en materia económica ¿aumenta o cede la dominación? Explica Pettit en su auditoría que en España el Ejecutivo no gobierna sólo sino en compañía de las comunidades autónomas. Pues bien, en muchas de esas comunidades se ha abierto una emulación fiscal a la baja -sin que el Gobierno central haya fijado un marco mínimo- para eliminar el impuesto de sucesiones y donaciones, que tiene que ver en su esencia con la política de igualdad de oportunidades.

Por otra parte, los datos de la Contabilidad Nacional, que elabora el Instituto Nacional de Estadística, indican una tendencia muy fuerte hacia la distribución regresiva de la renta y la riqueza: los beneficios aumentan porcentualmente, y los salarios caen. Esta tendencia acaba de ser corroborada por la OCDE (ver EL PAÍS de ayer) en un informe que explica que mientras los beneficios empresariales se multiplicaban el 73% entre 1999 y 2006, el salario medio real de los españoles perdió el 4% de su poder adquisitivo en la década que va desde 1995 a 2005. España es el único de los 30 países miembros de la OCDE en el que el poder adquisitivo de los salarios bajó en la década mencionada.

Urge que Pettit aclare su opinión sobre este asunto.

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