Reportaje:Referéndum en Ecuador

Indígenas con la frente alta

La comunidad de Cotacachi, premiada por su desarrollo, se siente como una isla dentro del país andino

En Cotacachi se sienten una isla dentro de Ecuador. La comunidad, mayormente habitada por indígenas otavalos, ha sido premiada varias veces internacionalmente, entre otros por Naciones Unidas, por su modelo de democracia participativa y su desarrollo respetando el medio ambiente.

Hablan con satisfacción contenida de sus limpias y arregladas calles, de sus casas bajas y cuidadas, y sus edificios coloniales, de su baja tasa de analfabetismo gracias a la ayuda de maestros cubanos, de la amplia participación de la mujer en la vida pública, o de su nula mortalidad de la madre y el niño en el...

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En Cotacachi se sienten una isla dentro de Ecuador. La comunidad, mayormente habitada por indígenas otavalos, ha sido premiada varias veces internacionalmente, entre otros por Naciones Unidas, por su modelo de democracia participativa y su desarrollo respetando el medio ambiente.

En la plaza ondea una bandera cubana, y un mural representa a Castro con el alcalde
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Hablan con satisfacción contenida de sus limpias y arregladas calles, de sus casas bajas y cuidadas, y sus edificios coloniales, de su baja tasa de analfabetismo gracias a la ayuda de maestros cubanos, de la amplia participación de la mujer en la vida pública, o de su nula mortalidad de la madre y el niño en el parto. "Puedo decirle que vivimos mejor que en otras comunidades indígenas", dice por lo bajo Alberto Vinuesa, cocinero del mesón del pueblo. Tiene 30 años, esposa y cuatro hijos.

A poco más de 100 kilómetros al norte de Quito, en la provincia de Imbabura, Cotacachi reúne a 40.000 habitantes que mayoritariamente se dedican a la agricultura y la artesanía. Hay también una antigua industria de la curtiduría en manos de la población mestiza: "La empezamos hace unos 40 años mi esposo y yo", relata con 80 años Angelina Proaño de Chávez. "Los cueros de Cotacachi son bien reconocidos, la gente sabe que son los mejores", añade. A dos manzanas de la tienda de Angelina, muy cerca de la plaza central y del Ayuntamiento, se alza el centro de alfabetización del pueblo. Un edificio rehabilitado, con una galería para exposiciones en la planta baja, una biblioteca en el primer piso y un aula en el segundo con una enorme bandera de Cuba donde debería estar la pizarra.

"Llegué aquí hace nueve meses", cuenta Maday Morales, asesora de alfabetización cubana, "pero, en realidad, el proyecto empezó en 2004. Yo soy la tercera voluntaria que vengo y me quedaré un total de dos años". Morales explica que con el método cubano se enseña a leer y escribir en tres meses utilizando vídeos. El programa ha ayudado a reducir el índice de analfabetos del 22% al 2,3%, según las autoridades locales. "Ahora hemos empezado el curso para aquellos que quieran tener la primaria completa en 20 meses. En Venezuela o Bolivia nuestra titulación se homologa automáticamente con los de cualquier centro local, pero en Ecuador se debe dar un examen ante los funcionarios de educación locales", explica. Maday tiene 400 alumnos. Hay asesores cubanos en los seis cantones en los que está dividida Imbabura.

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En la plaza central también ondea una bandera cubana y en la pared del municipio hay un mural que representa a Fidel Castro saludando al alcalde de la ciudad, Auki Tituaña. Economista formado en La Habana, entre 1984 y 1990, Tituaña es la máxima autoridad local desde 1996 (va por su segundo mandato) y uno de los líderes indígenas más respetados de Ecuador, de los pocos que goza de credibilidad después de que la nefasta vinculación de la Confederación de Naciones Indígenas de Ecuador (Conaie) al Gobierno del ex golpista y presidente destituido Lucio Gutiérrez y el descrédito que sufre el Movimiento Pachakutik, el brazo político del indigenismo, actualmente aliado del presidente Rafael Correa. Los indígenas suponen casi el 20% de los 14 millones de ecuatorianos y su protesta ya les ha costado el puesto a dos presidentes en los últimos ocho años.

"No ser ocioso, no ser mentiroso y no ser ladrón, con este lema gobernamos aquí", dice Tituaña. "En un país con una clase política desprestigiada, intentamos demostrar que el poder público no es malo y que la democracia existe. Aquí las grandes decisiones se toman en asambleas donde han llegado a participar hasta mil delegados de los barrios de la urbe y la zona rural. Hemos renunciado a explotar nuestras minas de cobre y oro porque las empresas que se interesaron -japoneses, canadienses- nos intentaron tomar el pelo. Aunque el grueso de nuestros recursos nos lo manda el Gobierno central, con nuestra gestión transparente hemos logrado que la ayuda que recibimos de la cooperación internacional, especialmente de España, duplique el presupuesto que nos asigna Quito".

Tituaña es muy crítico con la dirigencia del movimiento indígena -"no están preparados para construir una fuerza política"- y también con la consulta popular celebrada ayer -"nace con vicios y va a ser una Constitución más. No hay un cambio de fondo sino de formas"-. El alcalde se acomoda la trenza de su cabello y se acurruca dentro de su poncho negro: "No sé si habrá algún día un presidente indígena en Ecuador, pero eso da igual, a lo que aspiro es a que los candidatos se presenten con propuestas y con las manos limpias, no con chequeras y falsas promesas. Algún día tendrá que ser así, esto no da para más".

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