Crítica:TEATRO

La divina marioneta

Cuenta una leyenda medieval vinculada a la repoblación de Castilla que alemanes y gascones zanjaron una feroz disputa por una talla de Cristo atándola a lomos de una mula y dejando que ésta la llevara donde quisiere. El viaje acabó ante la iglesia segoviana de San Justo, y los gascones se quedaron el Cristo. Lo cierto es que la imagen románica, articulada en codos y hombros, era descendida anualmente con poleas desde la bóveda del presbiterio, durante la ceremonia de la Pasión. Nada sabemos de cómo era aquel rito religioso, oficiado por clérigos y cofrades ante los feligreses. ...

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Cuenta una leyenda medieval vinculada a la repoblación de Castilla que alemanes y gascones zanjaron una feroz disputa por una talla de Cristo atándola a lomos de una mula y dejando que ésta la llevara donde quisiere. El viaje acabó ante la iglesia segoviana de San Justo, y los gascones se quedaron el Cristo. Lo cierto es que la imagen románica, articulada en codos y hombros, era descendida anualmente con poleas desde la bóveda del presbiterio, durante la ceremonia de la Pasión. Nada sabemos de cómo era aquel rito religioso, oficiado por clérigos y cofrades ante los feligreses. El Misterio del Cristo de los Gascones que se acaba de estrenar en La Abadía es una recreación libérrima, profana y sumamente respetuosa, elaborada por Ana Zamora con fragmentos de textos dramáticos del siglo XV. Este Misterio... es un espectáculo sencillo y hermoso, interpretado por una reproducción casi exacta de la talla original, de 1,75 metros de altura, una recitadora, una cantante y dos manipuladores, vestidos de negro y encapuchados para dar todo el protagonismo al Cristo.

Misterio del Cristo de los Gascones

Dramaturgia y dirección: Ana Zamora. Dirección musical: Alicia Lázaro. Intérpretes: Elvira Cuadrupani, David Faraco, Alejandro Sigüenza, Nati Vera, A. Lázaro, Elvira Pancorbo, Isabel Zamora, Sofía Alegre, Alba Fresno. Compañía Nao d'Amores. Madrid. Teatro de La Abadía. Hasta el 8 de abril.

La acción, mínima, lenta, delicadísima, acordada con la música de la época, conduce desde el nacimiento de Cristo hasta su ascensión, a través de un rosario de escenas breves, cantadas por Nati Vera y recitadas por Elvira Cuadrupani en un castellano medieval embriagador.

Lo más interesante del espectáculo es la vida que cobra el muñeco enorme, su elocuencia muda.

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