Un baile de especias

En el corazón de los Arribes, dura garganta de granito excavada por el río Duero, donde las aves aún gozan de protección y cobijo, un viñedo autóctono, la uva Juan García, defiende su personalidad frente a las clásicas alternativas foráneas. Vinos recios que han tenido que desterrar prácticas ancestrales aberrantes: aquel nefasto tinto de coloración fuerte, poco paladar y una aspereza que horadaba la boca.

Hoy, tras la experiencia de la Cooperativa Arribes de Duero, creada en 1992 por un grupo de viticultores juramentados para salvar el viñedo, en riesgo de inminente desaparición, se el...

En el corazón de los Arribes, dura garganta de granito excavada por el río Duero, donde las aves aún gozan de protección y cobijo, un viñedo autóctono, la uva Juan García, defiende su personalidad frente a las clásicas alternativas foráneas. Vinos recios que han tenido que desterrar prácticas ancestrales aberrantes: aquel nefasto tinto de coloración fuerte, poco paladar y una aspereza que horadaba la boca.

Hoy, tras la experiencia de la Cooperativa Arribes de Duero, creada en 1992 por un grupo de viticultores juramentados para salvar el viñedo, en riesgo de inminente desaparición, se elaboran vinos más que dignos, con excelente porvenir. Lo confirma este Terrazgo, un vino sin concesiones que se basa en cepas prefiloxéricas y una mezcla original y resultona de técnicas ancestrales y moderna enología. Miran a la Luna para favorecer su conjuro, pero utilizan barricas nuevas del mejor roble. Tiene la nariz perfumada con aromas de frutillos silvestres, y la boca sabrosa, en la que destaca la acidez, que da luminosidad a sus taninos, bien maduros y frutosos. La nariz, que se abre lentamente al contacto con el aire, aporta una complejidad profunda, con notas de mineral, un fondo tostado y el baile festivo de las especias.