Arquitectura traducida

Fernando Romero es uno de los miembros de la nueva generación de arquitectos mexicanos con más proyección internacional. La editorial española Actar publica ahora 'Translation', un compendio de su visión sobre esta disciplina creativa como un proceso de interpretación

Rotterdam, 1997. Un joven mexicano espera el momento oportuno para entrar en la Office for Metropolitan Architecture (OMA), el estudio fundado por el arquitecto Rem Koolhaas. Ha pasado 15 días alojado en un albergue juvenil, preparando un plan para conseguir trabajo. La casualidad facilita que Romero y Koolhaas se crucen en el ascensor. El riguroso conocimiento de la obra del maestro holandés y la extraordinaria capacidad de persuasión de Romero hacen el resto. Dos días después pasa a formar parte del equipo. Una relación profesional prolongada hasta 2000 que marcó su visión, su obra y su form...

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Rotterdam, 1997. Un joven mexicano espera el momento oportuno para entrar en la Office for Metropolitan Architecture (OMA), el estudio fundado por el arquitecto Rem Koolhaas. Ha pasado 15 días alojado en un albergue juvenil, preparando un plan para conseguir trabajo. La casualidad facilita que Romero y Koolhaas se crucen en el ascensor. El riguroso conocimiento de la obra del maestro holandés y la extraordinaria capacidad de persuasión de Romero hacen el resto. Dos días después pasa a formar parte del equipo. Una relación profesional prolongada hasta 2000 que marcó su visión, su obra y su forma de trabajar. "Creo que le convencí por criticar a Jean Nouvel", recuerda sentado en su estudio de Ciudad de México seis años después de aquel aprendizaje.

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Cada paso en la trayectoria de este treintañero de mofletes rosados es fruto de un esfuerzo calculado, de una ambición que le acompaña desde siempre. Antes de licenciarse, siendo presidente de la Asociación de Estudiantes de la Universidad Iberoamericana, logró organizar uno de los primeros congresos internacionales de arquitectura en México. Diploma en mano, viajó a Europa para trabajar con el difunto Enric Miralles. Pasó a colaborar con Nouvel, de quien aprendió a cuidar el detalle y a gestionar y ejecutar un proyecto.

En el estudio del arquitecto parisiense descubrió el libro S, M, L, XL, editado por OMA. "Al hojearlo supe que quería trabajar con Rem Koolhaas. Un pensador cuyo trabajo no es nada predecible". En él descubrió Romero toda una escuela de pensamiento. Con su experiencia en OMA, donde ganó, como jefe de proyectos, el concurso para la Casa de Música en Oporto (Portugal), aprendió a ver los edificios como espacios donde convergen distintas fuerzas en las que la arquitectura puede incidir de manera directa. "Esta disciplina es un proceso de traducción de información histórico-social en una identidad específica". Este mismo concepto protagoniza Translation, la única obra sobre su trabajo publicada por la editorial Actar hace pocos meses. Reúne los proyectos realizados desde 1999, cuando fundó LCM (Laboratorio de la Ciudad de México) con la arquitecta Tatiana Bilbao, y los realizados en solitario cuando su estudio pasó a llamarse LAR (Laboratory of Architecture) hace dos años.

La publicación abarca desde proyectos privados, construidos con recursos de alta tecnología, como The Modern Wetdream (2001, una casa de estética futurista con vistas al océano Pacífico), hasta edificios públicos de tecnología basada en productos industriales, como el Banco Inbursa del prestigioso paseo de la Reforma de la capital mexicana. La obra también ilustra la arquitectura low-tech, rápidamente aplicable y de bajo coste. "Como la fachada del Cinna Bar, a la que se dio una nueva piel de vidrio teñido de rojo", especifica Albert Ferré, responsable de la edición.

Tras su experiencia en Europa, Romero regresó a México para montar su estudio. "En este país estamos en medio del desarrollo y el subdesarrollo. El coste de la mano de obra es menor y hay cierta libertad en la regulación. Y se puede experimentar como en Amsterdam con las posibilidades tecnológicas de EE UU".

Un amplio espacio diáfano asotanado, de paredes blancas, con moqueta y luz de neón acoge este Laboratorio de Arquitectura, formado por un equipo de 30 personas y situado justo delante de la Casa Barragán, uno de los arquitectos mexicanos más influyentes del siglo XX. Su volumen de trabajo se dispara. China, Japón, Emiratos Árabes, Turquía, Estados Unidos, Corea y, por supuesto, México son algunas de sus conquistas. Entre ellas destacan la Torre de Santa Fe, un rascacielos de 100 apartamentos en México DF; la Habitación de los Niños, un dormitorio con forma de huevo que hubiera hecho las delicias de Stanley Kubrick; el Puente con Casa de Té en Jin Dong, Jinhua (China); el Juguete Amorfo en Kanazawa (Japón), o Hyperborders 2050, un interesantísimo proyecto multiforme que visualiza el futuro de la conflictiva frontera entre México y EE UU, por la que cruzan 300 millones de personas al año. "Desde que fundamos LCM hemos desarrollado 123 proyectos, pero sólo 12 son realidad de momento", confiesa este emprendedor.Un padre de tres hijos para quien la arquitectura es un maratón. Por eso, firme y disciplinado, cada día se calza las zapatillas y corre para seguir progresando.

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