Escalada militar en Oriente Próximo

Los dirigentes del G 8 exigen a Israel y Hezbolá que suspendan las hostilidades

Los mandatarios propondrán al Consejo de Seguridad que estudie el envío de 'cascos azules'

El deterioro de la situación en Oriente Próximo acaparó ayer la atención de los líderes del G 8 reunidos en las cercanías de San Petersburgo y les obligó a hacer un esfuerzo de consenso para superar sus divisiones en torno a la guerra que iba adquiriendo magnitud, mientras ellos confraternizaban en los lujosos salones restaurados de la antigua Rusia imperial. La lógica del conflicto, sin embargo, parecía escapar al control de la cumbre. Putin confirmó que el G 8 propondrá al Consejo de Seguridad que estudie el envío de tropas a la zona bajo el mando de la ONU.

Por la tarde, el alto repr...

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El deterioro de la situación en Oriente Próximo acaparó ayer la atención de los líderes del G 8 reunidos en las cercanías de San Petersburgo y les obligó a hacer un esfuerzo de consenso para superar sus divisiones en torno a la guerra que iba adquiriendo magnitud, mientras ellos confraternizaban en los lujosos salones restaurados de la antigua Rusia imperial. La lógica del conflicto, sin embargo, parecía escapar al control de la cumbre. Putin confirmó que el G 8 propondrá al Consejo de Seguridad que estudie el envío de tropas a la zona bajo el mando de la ONU.

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Por la tarde, el alto representante de la Política Exterior y de Seguridad de la UE, Javier Solana, aterrizó en Beirut, donde, con el objetivo de poner fin a la violencia, iba a entrevistarse con el primer ministro de Líbano, Fuad Siniora.

Al final de la jornada, los líderes del G 8 (EE UU, Canadá, Japón, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, más Rusia) emitieron por fin un comunicado donde distinguen entre las raíces del problema (la falta de una paz global en el Oriente Próximo) y las causas de la "crisis inmediata", que ellos ven en "los esfuerzos de las fuerzas extremistas para desestabilizar la región" y frustrar las aspiraciones de los palestinos, israelíes y libaneses pacíficos. Tres horas y media fueron necesarias para redactar el texto, que formula exigencias a todos los implicados. La "prioridad", afirma, es crear condiciones para un cese de la violencia duradero y para ello hay que cumplir cuatro condiciones:

1. La devolución sanos y salvos de los soldados israelíes en Gaza y en Líbano.

2. Poner fin al bombardeo del territorio de Israel.

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3. Acabar con las operaciones militares de Israel y retirada de las tropas de ese país en Gaza.

4. La liberación de los ministros y parlamentarios palestinos.

La declaración se ampara en dos resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Se trata de la 1.559 y la 1.680. La primera, aprobada en 2004, "exhorta" a la disolución y desarme de las milicias libanesas y no libanesas, además de solicitar la retirada de las fuerzas extranjeras de Líbano y apoyar al Gobierno de este país para ejercer el control en su territorio. La segunda, del pasado mayo, invita a Siria a delimitar sus fronteras y a establecer plenas relaciones diplomáticas con Líbano, además de insistir en la necesidad de completar el desarme de las milicias.

En lo que se refiere a Gaza, la declaración hace referencia a la necesidad de retornar a la hoja de ruta para aplicar la fórmula de coexistencia de dos Estados.

"No nos dejamos dividir", dijo la canciller alemana, Angela Merkel, comentando el documento, que según ella es "un mensaje fuerte". Merkel quiere un nuevo contingente de observación militar en Líbano bajo el control de la ONU.

Hasta que se llegó al consenso, se habían perfilado dos posiciones, una más equilibrada que correspondía al presidente de Rusia, Vladímir Putin, y otra más decantada a favor de Israel, que fue expresada por el presidente norteamericano, George W. Bush, el sábado. Los europeos estuvieron buscando un punto de encuentro entre Putin y Bush. Matti Vanhanen, el presidente de Finlandia y de turno de la UE, había calificado de "desproporcionada" la respuesta israelí al secuestro de dos soldados por Hezbolá. Una de las dificultades para llegar al texto consensuado era el término "desproporcionado", que EE UU se resistió a aceptar. El comunicado no contiene el adjetivo.

Objetivos más amplios

Inicialmente, Bush culpó de la crisis a Hezbolá, por capturar a dos israelíes y lanzar cientos de cohetes a Israel. El presidente norteamericano manifestó que "éste es un momento que requiere que todos trabajemos juntos y enviemos un mensaje claro no sólo a Hezbolá, sino también a los iraníes, que financian a Hezbolá, y a los sirios que le acogen". El presidente francés, Jacques Chirac, reforzó la posición expresada la víspera por Putin, al preguntarse si los israelíes no habrían ido demasiado lejos. El líder ruso había dicho que Israel parecía "perseguir unos objetivos más amplios" que la recuperación de los soldados.

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, quiso subrayar que Hezbolá es "un producto interno de Líbano", que debería haberse integrado en el Ejército de aquel país. El secuestro de los soldados, según dijo, fue una "provocación dirigida a interrumpir el diálogo interno libanés", señaló. Lavrov insistió en que no tenía sentido preguntarse ahora quién es el culpable del deterioro de la situación e instó a contemplar el problema con una visión temporal amplia sin concentrarse en episodios puntuales. Por su parte, el jefe del Comité de Exteriores de la Duma, Konstantin Kosachev, opinó que el derramamiento de sangre fortalece a Hezbolá, por cuanto los parientes de las víctimas se sumarán al conflicto. Kosachev insistió en que la única solución es reactivar el cuarteto (Reino Unido, Francia, Unión Europea y EE UU).

El primer ministro británico, Tony Blair, dijo que "sería muy bueno enviar una señal a todo el mundo que indique que podemos estar de acuerdo". Blair ponía el dedo en la llaga de uno de los problemas con los que comenzó la cumbre de San Petersburgo, a saber, una imagen de ocho líderes aislados en palacios imperiales mientras en otra parte del mundo se desataba una guerra. Veteranos de la cumbre de 2005 en Gleneagles, que coincidió con el atentado terrorista de Londres, señalaban que entonces parecía haber una conexión más directa entre la tragedia y la realidad.

Un hombre contempla los destrozos causados por los bombardeos de la aviación israelí en un barrio del sur de Beirut.REUTERS

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