Crítica:FESTIVAL DE TOLEDO

Una joyita

De las citas de esta XII edición del Festival de Toledo destacaba, sin duda, el monográfico dedicado a uno de los más interesantes compositores españoles del presente: Jesús Villa Rojo (Brihuega, 1940). Un compositor cuya fecha de nacimiento significa la mala suerte de estar entre dos generaciones muy brillantes pero al que la calidad de su obra debiera salvar de sobra de cualquier tierra de nadie. El concierto toledano presentaba el estreno de dos creaciones de diferente factura pero muy de su autor en los dos casos, dotadas de esa calidez comunicativa que caracteriza sus piezas de los último...

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De las citas de esta XII edición del Festival de Toledo destacaba, sin duda, el monográfico dedicado a uno de los más interesantes compositores españoles del presente: Jesús Villa Rojo (Brihuega, 1940). Un compositor cuya fecha de nacimiento significa la mala suerte de estar entre dos generaciones muy brillantes pero al que la calidad de su obra debiera salvar de sobra de cualquier tierra de nadie. El concierto toledano presentaba el estreno de dos creaciones de diferente factura pero muy de su autor en los dos casos, dotadas de esa calidez comunicativa que caracteriza sus piezas de los últimos años.

Serenata es una joyita, una preciosidad para orquesta de cuerda -con un uso habilísimo de los divisi- que remite al oyente inevitablemente a cierto repertorio centroeuropeo -Bartók, Kodály, Suk- escrito para esa formación, y de la que uno se enamora a primera vista. Estupenda la Orquesta de Cámara Reina Sofía a las órdenes de Nicolás Chumachenko.

XII Festival Internacional de Música de Toledo

Hansjörg Schellenberger, oboe. Asier Polo, violonchelo. Orquesta de Cámara Reina Sofía. Director: Nicolás Chumachenco. Obras de Jesús Villa Rojo. Museo de Santa Cruz. Toledo, 7 de mayo.

De la frescura de la Serenata pasamos al dramatismo de Expresiones, para violonchelo solo, que trata de hacer al instrumento traductor, nada menos, que de la experiencia mística. Asier Polo, con esa dedicación suya tan cordial hacia lo que le provoca, estuvo sensacional en el estreno, sacándole todo su partido a una partitura muy exigente. Y lo mismo en Concierto-2, una de las obras grandes de Villa Rojo aunque se nos sirviera en la llamada "versión B", con orquesta de sólo cuerdas. Hansjörg Schellenberger fue otro lujo como solista para el precioso Concierto plateresco, en el que su autor hace guiños a tantas cosas, las lleva y las trae con una naturalidad fascinante.

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