Tribuna:

Claves económicas y negociación colectiva

El preocupante bloqueo de la negociación de los convenios en Euskadi, últimamente atemperado con la firma de algunos convenios importantes sectoriales supone la deslegitimación de un contenido importante del entramado institucional de una sociedad democrática. La negociación colectiva es, sencillamente, el corazón de nuestro sistema de relaciones laborales. Esto explica el papel de obligado referente normativo del convenio colectivo, reconocido constitucionalmente, y su insustituible función reguladora del mercado de trabajo y del sistema de relaciones laborales en su conjunto.

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El preocupante bloqueo de la negociación de los convenios en Euskadi, últimamente atemperado con la firma de algunos convenios importantes sectoriales supone la deslegitimación de un contenido importante del entramado institucional de una sociedad democrática. La negociación colectiva es, sencillamente, el corazón de nuestro sistema de relaciones laborales. Esto explica el papel de obligado referente normativo del convenio colectivo, reconocido constitucionalmente, y su insustituible función reguladora del mercado de trabajo y del sistema de relaciones laborales en su conjunto.

Cuestionar la negociación colectiva, cuando de ella se deriva el reparto primario del conjunto de la renta, es deteriorar las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría de la ciudadanía, para la que el salario es uno de los elementos fundamentales de la relación laboral. Hay que tener en cuenta las continuas reformas laborales que han tratado formalmente de sustituir el garantismo legislativo por el garantismo colectivo. La realidad se desdice por continuas prácticas empresariales que excluyen del convenio a porciones crecientes de trabajadores, la creación de marcos paralelos a través de las clausulas individuales de los contratos, las prácticas de externalización y subcontratación de actividades no acordadas, el recurso permanente y exacerbado a la temporalidad del empleo, la discriminación por razón de sexo o edad. Son fórmulas que en su conjunto buscan debilitar la negociación colectiva y sortear o soslayar la regulación que emana de ella. Es cada vez mayor el número de trabajadores que se ve obligado a realizar jornadas superiores a las fijadas en el convenio -incluso superiores a las máximas legales-, que tiene que soportar una exagerada carga de trabajo o que ve modificadas unilateralmente las condiciones de éste por el empresario.

La temporalidad es ya el instrumento más importante de ajuste de costes laborales
Cada vez más gente se ve obligada a trabajar jornadas superiores a las fijadas en convenio

Analizar las variables claves económicas y el actual escenario económico en su conjunto es un ejercicio útil y necesario de pragmatismo para estudiar las posibilidades de reivindicación, negociación y acuerdo de nuestros convenios, en la linea de responder a la pregunta de los márgenes contractuales de los mismos. Nuestra actividad económica viene creciendo de forma aceptable e incluso levemente acelerada, de modo similar al resto de España y a un ritmo superior al de las economías europeas de mayor importancia. Esto se debe a que nuestra demanda interna, basada especialmente en el consumo privado, sigue teniendo un buen nivel, gracias a la disminución del desempleo, a los bajos tipos de interés y a algunas expectativas económicas. Asimismo se espera un buen crecimiento para el 2006 y que las inversiones se dinamicen, lo que debería desembocar en un aumento de la productividad, cuyo estancamiento es uno de los mayores escollos con que se encuentra nuestra economía.

En este sentido, hay que decir que se ha producido una excepcional evolución de los beneficios empresariales, muy superior al del resto de los países de la UE, lo cual permite que se afronten las inversiones necesarias para el cambio del modelo productivo que necesita nuestra economía. Un modelo que se base en el valor añadido, en la especialización productiva, en la investigación y aplicación de tecnología puntera para competir en una economía más globalizada.

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Nuestra inflación está un tanto descontrolada y es la que está marcando un diferencial de competitividad con respecto al resto de la UE. Se basa en los sectores que apenas soportan competencia externa, los servicios y la construcción. Los sectores que están aprovechando su capacidad para incrementar los precios y, en consecuencia, los márgenes de beneficios, no están valorando el daño que en términos de competitividad le hacen al resto de la economía y puede acabar afectándole también, ya que la falta de competitividad frena el crecimiento económico e impide un mayor consumo en todos los sectores.

La temporalidad del empleo es insostenible y tiene graves y perniciosos efectos, tanto productivos como sociales, para cualquier economía desarrollada y para la autonomía de los ciudadanos. Seguimos siendo una de las comunidades con menor porcentaje de contratación indefinida -tan sólo siete de cada cien contratos firmados en 2005-, lo que nos vuelve a situar en la posición decimosexta de diecinueve comunidades, la misma que el pasado año. Sólo suscriben menor proporción de contratos estables que nosotros Ceuta, Andalucía y Extremadura. La temporalidad se ha convertido en el instrumento más importante de ajuste de costes laborales.

Este panorama económico no justifica en modo alguno lo que denominaría preocupante amenaza de anorexia contractual en Euskadi. Comenzábamos el ejercicio 2005 con 212 convenios vigentes (179 de empresa y 33 de sector), que afectan a 106.000 trabajadores, a los que sólo había que actualizar el incremento salarial de acuerdo con la inflación pasada o actual; y teníamos 530 convenios pendientes de negociar (439 de empresa y 91 de sector), con afectación para 423.000 trabajadores. De éstos 530 tan sólo se han firmado 238, así que, a estas alturas de 2006, aún hay 292 convenios, que afectan a 180.000 personas en Euskadi sin vigencia para 2005 y, por tanto, sin actualización y mejora de ninguna de sus condiciones.

Hay margen suficiente para una negociación colectiva razonable y razonada, con posibilidades de redistribución económica sin dañar la competitividad de las empresas y en la que se puedan acordar formas no regresivas de flexibilidad. La apuesta por el modelo de precariedad y dualismo laboral, de estrategia empresarial de liderazgo en costos, no parece que vaya en esta dirección. Lo prioritario es hoy el empleo, la estabilidad en los puestos de trabajo y la lucha contra el cáncer de la precariedad, en la búsqueda de una sana competitividad sostenida y sostenible.

Hace ya muchos años que el italiano Gino Guigni alertó sobre los riesgos que genera una visión aislada y autista de la contratación colectiva y defendió, con una argumentación que el paso del tiempo no ha debilitado, la necesidad de situar la perspectiva del método negociador en el marco más amplio del sistema de relaciones laborales. Aprendamos la lección por el interés de todos, y como contribución a una sociedad vasca más vertebrada y cohesionada en sus relaciones laborales.

Carlos Trevilla es representante de UGT en el Consejo Económico y Social Vasco (CES).

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