Tres años de ocupación

Rumsfeld: "Retirarnos ahora de Irak sería como devolver Alemania a los nazis"

Bush y sus colaboradores defienden en tromba la invasión y los progresos en el país árabe

Tres años y contando. Quienes pensaron que la guerra en Irak sería el paseo que fue la primera guerra del Golfo, se equivocaron. Con más de 2.300 bajas estadounidenses y con el país mesopotámico al borde de la guerra civil, tres años después de que se iniciase la invasión de Irak, el 60% de los norteamericanos cree que "la contienda no ha merecido la pena". La aprobación del presidente George W. Bush se sitúa en un raquítico 35%. Pero el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, ratificó ayer la estrategia en Irak: "Retirarnos ahora sería como devolver Alemania a los nazis", afirm...

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Tres años y contando. Quienes pensaron que la guerra en Irak sería el paseo que fue la primera guerra del Golfo, se equivocaron. Con más de 2.300 bajas estadounidenses y con el país mesopotámico al borde de la guerra civil, tres años después de que se iniciase la invasión de Irak, el 60% de los norteamericanos cree que "la contienda no ha merecido la pena". La aprobación del presidente George W. Bush se sitúa en un raquítico 35%. Pero el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, ratificó ayer la estrategia en Irak: "Retirarnos ahora sería como devolver Alemania a los nazis", afirmó.

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En una tribuna publicada ayer en el diario The Washington Post, Rumsfeld asegura que "los terroristas están perdiendo" la batalla en Irak y descarta de forma rotunda que las tropas se retiren del país porque "es el momento de actuar, no de abandonar".

"Dar la espalda a la posguerra iraquí hoy sería el equivalente moderno a devolver la Alemania de la posguerra a los nazis". "Supondría una vergüenza tan grande como si hubiéramos pedido a las naciones liberadas de Europa del Este que volviesen bajo el yugo soviético porque sería demasiado difícil o duro, o porque no teníamos la paciencia suficiente para colaborar con ellas mientras construían países libres", sostiene Rumsfeld.

En opinión de Zbigniew Brzezinski, ex consejero de seguridad nacional, tal comentario es no tener la menor idea de historia. "En Alemania no existía resistencia, la historia no es en absoluto comparable". Pero el secretario de Defensa afirma que los motivos para buscar "un Irak libre y democrático siguen siendo tan válidos hoy como hace tres años", ya que "un Irak libre y estable no atacará a sus vecinos, no conspirará con terroristas, no pagará recompensas a las familias de suicidas y no intentará asesinar a estadounidenses".

Al cumplirse ahora tres años desde que George W. Bush ordenase el primer bombardeo sobre Bagdad, toda la Administración se dispone a justificar una guerra que está siendo muy costosa, tanto en vidas norteamericanas e iraquíes como en dólares. El vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, que no se caracteriza precisamente por ser amigo de las entrevistas, compareció ayer en uno de los programas de análisis político que dominan las mañanas de los domingos en el país. Frente al veterano periodista Bob Schieffer, Cheney defendió la presencia norteamericana en el programa Face the nation. "Irak no está inmerso en una guerra civil", aseguró el vicepresidente. Y definió la violencia que ahoga el país árabe como un intento de los terroristas por frenar la democracia. "No creo que hayan triunfado", afirmó.

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De la misma opinión es el jefe de las fuerzas estadounidenses en Irak, el general George Casey, quien aseguraba en el programa Meet the press que la guerra civil ni era inminente ni inevitable. Casey obtuvo esta semana el refuerzo de un batallón de infantería mecanizada suplementaria, integrado por unos 800 hombres, por temor a un recrudecimiento de la violencia durante la fiesta religiosa de la Achura, prevista para hoy.

Con su nivel de popularidad en las cotas más bajas de sus cinco años de mandato, Bush se desplazará hoy hasta Cleveland para ofrecer un nuevo discurso sobre la marcha de la guerra, en su esfuerzo para convencer a los estadounidenses de que, a pesar de la sangre, el esfuerzo merecerá la pena.

Quizá presionado por la falta de entusiasmo ciudadano que reflejan las encuestas, el presidente decidió ayer hacer una brevísima declaración en la Casa Blanca cuando retornaba de Camp David. Dijo que el Gobierno está "desarrollando una estrategia" que llevará a la victoria, lo que hará de EE UU y del mundo un lugar más seguro. Y añadió: "Sé del sacrificio que están haciendo nuestros soldados y sus familias". "Que Dios bendiga a las tropas". Todo dentro de la nueva campaña que parece que emprende la Administración ante la frágil y violenta situación en Irak.

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