El crítico Harold Bloom analiza a Jesús y Yahvé como personajes literarios

El autor aborda ambas figuras religiosas como invenciones del genio de la escritura

En este tiempo en que lo sagrado, venga de donde venga, parece tener bula frente a la libertad de expresión y pensamiento, el crítico estadounidense Harold Bloom (Nueva York, 1930) desafía la física de los fanáticos y los papanatas con un libro como Jesús y Yahvé. Los nombres divinos (Taurus). En este nuevo ensayo, el autor de El canon occidental eleva ambas divinidades al terreno del personaje literario y las enfrenta a otros como Hamlet o el Quijote.

Los evangelistas, o, como lo denomina Bloom, el escritor J, autor de la Biblia hebrea, tenían, en algunos ca...

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En este tiempo en que lo sagrado, venga de donde venga, parece tener bula frente a la libertad de expresión y pensamiento, el crítico estadounidense Harold Bloom (Nueva York, 1930) desafía la física de los fanáticos y los papanatas con un libro como Jesús y Yahvé. Los nombres divinos (Taurus). En este nuevo ensayo, el autor de El canon occidental eleva ambas divinidades al terreno del personaje literario y las enfrenta a otros como Hamlet o el Quijote.

Los evangelistas, o, como lo denomina Bloom, el escritor J, autor de la Biblia hebrea, tenían, en algunos casos, destreza literaria y todos una imaginación desbordante. De su mano y su cabeza se conformaron auténticos modos de vida, códigos morales, historias en las que creer hasta para desafiar a las nuevas tecnologías que a punto estuvieron de fallar en la videoconferencia que conectó al escritor desde la Fundación Gabarrón, en Nueva York, con la sede del Grupo Santillana, en Madrid.

Se vencieron las dificultades y Bloom se explayó sobre lo divino y lo humano, dando guerra. Comentó que Jesús y Yahvé. Los nombres divinos había sido un libro polémico en Estados Unidos, analizó el lenguaje críptico de Jesús, azuzó a Bush, "el peor presidente de nuestra historia", dijo, y explicó que sus compatriotas habían construido un Cristo americano: "La mayoría de los creyentes en mi país está convencido de que Jesucristo hablaba inglés, aunque no llegan al punto de Bush, que se comunica directamente con él, cree que está afiliado al Partido Republicano y que es accionista de una de nuestras grandes empresas".

No quería hablar de política pero se metía él solo en el charco. Y, por supuesto, destiló otras provocaciones bien lúcidas que están desarrolladas de manera amplia en el libro, como su teoría de la Santa Trinidad: "En realidad, es una manera de encubrir el politeísmo cristiano, porque son tres dioses de lo que hablamos. Yo creo que es mejor que lo admitan abiertamente".

También hubo cera para los evangelistas. "El autor del Evangelio según san Marcos fue un pésimo escritor, uno de los peores de la historia, aunque tenía una gran imaginación. Han sido las traducciones las que han mejorado el original", apuntó Bloom. Aunque le concede el mérito de haber creado un gran personaje: "El Jesús de san Marcos está lleno de dudas, duda de su propia condición", afirma el crítico, y ahí entronca con don Quijote y con Hamlet, aunque también con el Héctor de Homero, antes de enfrentarse a Aquiles. "Probablemente conociera a los clásicos griegos", sostiene Bloom.

El poeta William Blake ha sido una de las grandes inspiraciones de su ensayo. "La teoría de Blake de distintas formas de culto a partir del caos poético, que él desarrolla en Las puertas del paraíso, está en el origen de este libro", afirma el crítico.

Como judío, no oculta su predilección en las páginas del libro por Yahvé. "Es un personaje humano, demasiado humano, y eso me hace conectar mejor con él", asegura. Aunque no implica que crea o no en su mensaje. Ni siquiera que Bloom tenga fe en alguno de estos personajes literarios. "Cuando me preguntan si soy creyente, creo que es una cuestión mal planteada, no es coherente. Cuando alguien lo hace no sé a qué se refiere. Si se lo plantean a un judío, no es lo mismo que a un cristiano. Un cristiano tiene fe; un judío, confianza en Yahvé, y yo no la tengo".

Un momento de la videoconferencia con Harold Bloom entre Nueva York y Madrid.LUIS MAGÁN
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