Madrid estrena la T-4 de Barajas, que eleva hasta 120 los despegues y aterrizajes por hora

"Una maravilla" que da "la imagen de modernidad del país". Con estas palabras resumió el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, su impresión tras recorrer durante unos minutos la nueva terminal del aeropuerto de Madrid-Barajas, que ha costado 6.200 millones de euros, eleva de 78 a 120 la capacidad de despegues y aterrizajes por hora, y hasta 70 millones la cifra de pasajeros por año. La T-4 inaugurada ayer, obra de los arquitectos Richard Rogers y Antonio Lamela, comienza a operar hoy y mejorará la posición de Madrid como "puente" entre Iberoamérica y Europa.

La T-4 fue ...

"Una maravilla" que da "la imagen de modernidad del país". Con estas palabras resumió el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, su impresión tras recorrer durante unos minutos la nueva terminal del aeropuerto de Madrid-Barajas, que ha costado 6.200 millones de euros, eleva de 78 a 120 la capacidad de despegues y aterrizajes por hora, y hasta 70 millones la cifra de pasajeros por año. La T-4 inaugurada ayer, obra de los arquitectos Richard Rogers y Antonio Lamela, comienza a operar hoy y mejorará la posición de Madrid como "puente" entre Iberoamérica y Europa.

La T-4 fue inaugurada ayer en un acto en el que participaron la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, junto con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, ambos del PP, quienes reivindicaron la gestión de los gobiernos de José María Aznar en el impulso del nuevo aeropuerto, que permitirá duplicar la capacidad de pasajeros y carga que puede asumir Madrid, actualmente el quinto de Europa.

Tanto Aguirre como Gallardón realizaron discursos muy políticos. La presidenta regional con especial referencia a los problemas de ruido que ha suscitado la nueva infraestructura (vecinos de los pueblos cercanos protestaron en la T-2 durante la inauguración), y del alcalde que subrayó la titularidad estatal del aeropuerto madrileño, en alusión velada a la reclamación plasmada en el nuevo Estatuto de Cataluña de gestionar en exclusiva sus aeródromos.

Zapatero garantizó que "por supuesto" seguirá Barajas bajo competencia del Gobierno de España, si bien invitó "expresamente" a las administraciones autonómicas y locales a participar en la gestión de Barajas como "motor" de la economía de la región y de toda España, y puente entre Europa e Iberoamérica. El presidente no tuvo inconveniente en admitir el "esfuerzo colectivo" de los distintos gobiernos en el impulso a la nueva terminal, como habían reclamado los políticos del PP. Hubo cierta polémica al respecto ya que la ministra de Fomento refirió en su discurso que poco después de llegar al gobierno, en 2004, sólo estaba ejecutada el 60% de la obra, de modo que se "duplicó" el ritmo de trabajo para terminar en año y medio el 40% restante.

Ruiz-Gallardón reconoció el "acto de justicia y elegancia" de Zapatero al haber reconocido hace unos días en el lanzamiento de la Operación Campamento la contribución de los gobiernos del PP y singularmente del ex ministro de Fomento Francisco Álvarez Cascos. En conversación privada el anterior alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, se dolió del olvido del también ex ministro Rafael Arias-Salgado, "que fue el que licitó la obra" y de él mismo, que luchó por potenciar Barajas frente a los proyectos de dedicar los esfuerzos económicos a un nuevo aeropuerto en Campo Real, a unos 25 kilómetros de Madrid. Al margen de las polémicas por patrimonializar el nuevo aeropuerto, todos coincidieron en resaltar la importancia de la nueva ciudad aeroportuaria para la economía de Madrid (aporta el 13% del PIB regional) y, por extensión, de toda España.