Tribuna:

Las nuevas Gaudí

Como era de esperar, el anuncio de los cambios en la política de promoción de la moda del Gobierno de la Generalitat ha desatado todo el abanico posible de reacciones, desde las más positivas hasta las más críticas. Ya lo sabíamos, pero pienso que la obligación de un Gobierno es afrontar los retos de un mundo cambiante, anteponiendo los intereses del país a unos titulares negativos cuando hace falta. ¿Cuántas políticas siguen vigentes simplemente "porque siempre se ha hecho así"? En mi opinión, tal proceder, más que prudencia, es cobardía, dado que los recursos que administramos proceden de lo...

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Como era de esperar, el anuncio de los cambios en la política de promoción de la moda del Gobierno de la Generalitat ha desatado todo el abanico posible de reacciones, desde las más positivas hasta las más críticas. Ya lo sabíamos, pero pienso que la obligación de un Gobierno es afrontar los retos de un mundo cambiante, anteponiendo los intereses del país a unos titulares negativos cuando hace falta. ¿Cuántas políticas siguen vigentes simplemente "porque siempre se ha hecho así"? En mi opinión, tal proceder, más que prudencia, es cobardía, dado que los recursos que administramos proceden de los ciudadanos y, por tanto, tenemos la responsabilidad de hacer un buen de los mismos. No obstante, lo que más me interesa destacar hoy es el qué y el por qué del nuevo modelo.

Los cambios pretenden conseguir una distribución más eficiente del presupuesto de la moda, un programa más ambicioso, con más recursos porque moviliza a todo el sector e implica a la industria

Antes de tomar la decisión de impulsar un nuevo modelo para la promoción de la moda catalana, era necesario comprobar hasta qué punto era eficaz el modelo de los últimos años. El estudio del profesor José Luis Nueno pone de relieve que, desde el punto de vista económico, el modelo pasarelas es ineficaz para el conjunto del sector. Evidentemente, es eficacísimo para la empresa cuyos beneficios dependen en gran parte de la proyección que obtiene por desfilar sin coste alguno. También es eficaz para todos aquellos que se benefician del evento, tanto en su vertiente económica como social: no hay duda de que es un espectáculo magnífico, que además ha sido organizado con una enorme competencia y profesionalidad por quien lo ha gestionado hasta hoy. Pero la obligación de la Administración es desarrollar políticas para el conjunto, y en mi caso además en la vertiente económica, prescindiendo de otros criterios, por muy respetables que sean.

Lo que planteamos es convertir la actual pasarela en dos eventos, multiplicando así por dos las plataformas de promoción del sector, haciéndola a la vez más especializada. Si entendemos que el papel de la Administración es potenciar la iniciativa privada allá donde le es mas difícil llegar, detectamos dos tipos de colectivos: a) los que empiezan y necesitan ser descubiertos, que se les dé visibilidad y apoyo industrial, y b) el grueso del sector, que necesita que se potencie su competitividad para poder crecer.

Para los primeros, se crea una pasarela especializada en el lanzamiento del diseño emergente, tanto internacional como catalán, con la ambición de convertirla en el referente internacional. Esto hubiese sido imposible con la pasarela clásica, ni con todos los recursos del mundo, pero en cambio, centrada en este nicho, teniendo en cuenta la potencia y prestigio de la marca Barcelona, contando con la masa crítica de todas las escuelas y entidades ligadas con el diseño... es un objetivo perfectamente realista, aunque no fácil. Estamos trabajando intensamente con varias multinacionales catalanas para potenciar esta pasarela. Repito, el objetivo es ser el número 1 en este ámbito, y podemos serlo.

Para los segundos -el conjunto del sector-, todos los gobiernos avanzados hemos llegado a la misma conclusión: las claves son la innovación y la internacionalización. Para la innovación, ya existen los programas del CIDEM. Para la internacionalización y la comercialización, es cierto que ya existían los programas del COPCA y del ICEX, pero pensamos que eran insuficientes, y que el sector de la moda necesita y merece unas líneas específicas. Una de ellas será el segundo Gaudí, el Internacional, que previsiblemente tendrá forma de exhibición para diseñadores catalanes en alguna de las pasarelas de referencia: Nueva York, París y Milán. Adicionalmente, pueden organizarse eventos específicos, como aprovechar el año de Cataluña en Alemania, para buscar sinergias con otros eventos, incorporando moda o en general lifestyle, así como en ciertos casos ayudar a empresas de moda concretas en mercados objetivos determinados. Conjuntamente con el sector estamos trabajando para acabar de concretar los detalles de todas estas políticas. No obstante, querría insistir en que son políticas para quien tiene ambición de crecer.

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La Barcelona Fashion Week como la conocemos hasta hoy ha sido sin duda un evento atractivo y muy bien construido, pero los nuevos retos de la globalización imponen nuevas soluciones. Estamos convencidos de que estos cambios potenciarán enormemente la eficacia de nuestras políticas de promoción de la moda. Debo confesar que, cuando asumí mi responsabilidad, mi objetivo era conseguir una distribución más eficiente del presupuesto dedicado a la moda. Al final, el resultado es un programa mucho más ambicioso con el mismo presupuesto público, pero con más recursos porque moviliza también a todo el sector e implica asimismo a la industria, es decir, un programa de futuro que nos ofrece más garantías de éxito con una gestión más eficiente de los recursos públicos.

Josep Huguet es consejero de Comercio, Turismo y Consumo.

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