Reportaje:

Cien años de ciencia

El Instituto Químico de Sarriá celebra su primer centenario con la inauguración de un museo

En 1905, en Roquetes (Baix Ebre), un grupo de sacerdotes jesuitas decidió que la ciencia no necesariamente va contra la fe y fundaron el Observatorio Químico y Biológico del Ebro. En 1916, buscando un entorno industrial cercano a su actividad científica, el centro investigador se trasladó a Barcelona, ya bajo el nombre de Instituto Químico de Sarriá (IQS). Con el tiempo, se ha convertido en una de las entidades más influyentes en el desarrollo técnico y cultural de Cataluña y, por extensión, de España. En el instituto calculan que el 47% de la industria química española está ubicada en tierras...

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En 1905, en Roquetes (Baix Ebre), un grupo de sacerdotes jesuitas decidió que la ciencia no necesariamente va contra la fe y fundaron el Observatorio Químico y Biológico del Ebro. En 1916, buscando un entorno industrial cercano a su actividad científica, el centro investigador se trasladó a Barcelona, ya bajo el nombre de Instituto Químico de Sarriá (IQS). Con el tiempo, se ha convertido en una de las entidades más influyentes en el desarrollo técnico y cultural de Cataluña y, por extensión, de España. En el instituto calculan que el 47% de la industria química española está ubicada en tierras catalanas y el 50% de sus dirigentes y técnicos ha sido formado en el IQS. Así lo subraya Enric Julià, doctor ingeniero químico, catedrático de la Universidad Ramon Llull y director del IQS, quien recuerda que son muchos los cuadros dirigentes de las empresas Repsol, Bayer, Basf y Nestlé, entre otras, que se formaron al calor del instituto.

Julià subraya que el Químico, que cuenta con un campus situados en Sarrià y otro en Gràcia, creció durante la posguerra, cuando, durante la situación de autarquía y penuria, muchos químicos empezaron a fabricar productos que faltaban, como jabones o leche en polvo. Estas pequeñas fábricas, que en un principio eran de tipo familiar, crecieron por la demanda de material desde toda España, y poco a poco fueron ampliando su producción, que abarcaba desde curtidos hasta textiles o perfumes.

El IQS fue ganando alumnos y en sus planes se acentuó la formación práctica, una característica que jugó a su favor frente a otros centros de estudios. Lluís Seguí, ingeniero químico propietario de una empresa, y miembro de la promoción de 1969, recuerda que "desde los primeros años se estaba muy al día de las necesidades reales de la industria, y eso es una baza importantísima" para acceder después al mercado laboral. Seguí preside la Asociación de Químicos e Ingenieros del IQS, que com ñas de 2.000 socios agrupa al 70% de los graduados del centro. Esta asociación funciona desde 1921, fecha en la que se puso en marcha la revista Afinidad, la publicación española más antigua dedicada a la ciencia química.

Seguí, que subraya que, antes de que el IQS se integrara en la universidad privada Ramon Llull en 1991, sus graduados carecían de titulación oficial, admite que los estudiantes del instituto han gozado siempre de "un prestigio especial debido al apellido" que daba el instituto y que los diferenciaba del resto de estudiantes. Pese a que han transcurrido más de 26 años de su graduación, Seguí afirma que aún mantiene contacto con los compañeros de promoción, lo que contribuye a mantener el nexo laboral, además del sentimental. Así, los mayores dan apoyo y ayuda a los estudiantes más jóvenes a través de la bolsa de trabajo y de sus contactos laborales.Actualmente, el IQS ofrece estudios en Ingeniería Química, Industrial, licenciatura en Química, Administración y Dirección de Empresas, y diplomatura en Ciencias Empresariales.

Para celebrar el centenario y recuperar la memoria histórica sobre la labor realizada, el IQS ha puesto en marcha un espacio museístico que reúne paneles informativos, fotografías y objetos curiosos como el primer cromatógrafo de gases utilizado en España en 1959, o la patente del ácido chalmógrico que obtuvo el IQS durante la Guerra Civil a raíz de las investigaciones realizadas por el centro con ese ácido, eficaz para minimizar los efectos de la lepra.

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