Kehlmann construye en 'Yo y Kaminski' una sátira sobre el periodismo y el arte

"Lo que me importa es la comicidad", afirma el autor alemán

Sebastian Zöllner cree haber encontrado su trampolín perfecto para la fama en el viejo Kaminski, un pintor antaño conocido, amigo de Picasso y discípulo de Matisse, que vive retirado en el campo. Confiado y sin escrúpulos, se embarca en el proyecto de escribir su biografía seguro de que el libro le granjeará el reconocimiento que cree merecer. La muerte del anciano sería el elemento perfecto para que su triunfo fuese total.

El autor de esta trama, Daniel Kehlmann (Múnich, 1975), se ha perfilado como uno de los grandes nombres de la literatura alemana actual con su cuarta novela, ...

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Sebastian Zöllner cree haber encontrado su trampolín perfecto para la fama en el viejo Kaminski, un pintor antaño conocido, amigo de Picasso y discípulo de Matisse, que vive retirado en el campo. Confiado y sin escrúpulos, se embarca en el proyecto de escribir su biografía seguro de que el libro le granjeará el reconocimiento que cree merecer. La muerte del anciano sería el elemento perfecto para que su triunfo fuese total.

El autor de esta trama, Daniel Kehlmann (Múnich, 1975), se ha perfilado como uno de los grandes nombres de la literatura alemana actual con su cuarta novela, Yo y Kaminski (Acantilado). Publicada en su lengua original en 2003, su divertida sátira ha sido traducida a más de una decena de idiomas y ha recibido el elogio de la crítica y del público. El periodismo cultural, encarnado por el arribista Zöllner, y el mundo del arte son el blanco de su despiadado humor. "Lo que me importa es la comicidad, agresiva en el caso de esta novela. El periodismo ofrece muchas posibilidades para la sátira, sobre todo cuando se ocupa del arte. En los medios hay personas que se ocupan del arte cuando en realidad no les importa en absoluto. Construyen su existencia como críticos con las opiniones que se deben tener para gustar a cierta gente. Éste es el caso de mi personaje, a quien en realidad sólo le gusta un cuadro kitsch. Éste es el tipo de simulación que se da en el periodismo cultural, una simulación que es más fácil que en otros ámbitos", explicó en su visita a Madrid.

La exposición pública que tiene el trabajo periodístico no es, según este autor, lo que hace más evidente la farsa. "No están más expuestos, están más protegidos. De lo que se trata es de conocer los códigos correctos, eso es suficiente para un periodista, pero no para un médico. De todos modos hay muchas cosas que disculpan a mi personaje. Ya no existen carreras profesionales prefijadas, nadie te espera o ayuda. El único apoyo para estas personas es su ambición desmedida y sin escrúpulos. La generación del 68 era experta en crear para sí mismos puestos de trabajo, pero estos empleos ya no están ahí para sus hijos. Por eso se desarrollan así".

Sobre la relación entre biógrafo y artista que aparece en el libro, Kehlmann afirmó: "En cierto modo, la situación es parecida a la de un parásito. Si el artista todavía vive, como ocurre en la novela, automáticamente se crea dependencia y enemistad, porque todo el mundo tiene cosas que no están destinadas al ojo público. En el libro, biógrafo y artista parecen tener muy poco en común, pero poco a poco sus posiciones se van acercando. Ambos tienen una gran ambición, pero Kaminski ya ha superado este problema".

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