JARDINERÍA

Una belleza cultivada en China

Flores de otros mundos y de otras épocas, las peonías empezaron a cultivarse en China hace 1.500 años. Herbáceas o arbóreas, puras o híbridas, sus especies se han ganado un puesto privilegiado en nuestros jardines por su belleza y capacidad de adaptación.

La belleza de las peonías está en las cuidadosas reproducciones en delicadas porcelanas y en exclusivos mantones de Manila. Pero, sobre todo, su atractivo está en la planta de hojas recortadas y llamativo color en otoño. Las peonías empezaron a cultivarse en los jardines imperiales de China, pero enseguida sus especies empezaron a formar parte del paisaje mediterráneo. Entre ellas, la Paeonia lactiflora, que llegó a Europa en 1785; la Paeonia officinalis, de flores rojas, habitual en la península Ibérica, el sur de Francia, Italia y los Balcanes; la Paeonia broteri, rosa pálido, que crece silv...

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La belleza de las peonías está en las cuidadosas reproducciones en delicadas porcelanas y en exclusivos mantones de Manila. Pero, sobre todo, su atractivo está en la planta de hojas recortadas y llamativo color en otoño. Las peonías empezaron a cultivarse en los jardines imperiales de China, pero enseguida sus especies empezaron a formar parte del paisaje mediterráneo. Entre ellas, la Paeonia lactiflora, que llegó a Europa en 1785; la Paeonia officinalis, de flores rojas, habitual en la península Ibérica, el sur de Francia, Italia y los Balcanes; la Paeonia broteri, rosa pálido, que crece silvestre entre Gredos y Portugal; la Paeonia cambessedesii, rosa carmín, en las Baleares, sobre todo en el norte de Mallorca, y la Paeonia coriacea, amarilla, frecuente en Andalucía y Marruecos.

Junto a estas especies herbáceas que forman matas compactas de 45 a 90 centímetros de altura y que, como todas las vivaces, desaparecen en invierno para volver a brotar en primavera, están las llamadas peonías arbóreas. De estructura leñosa y hoja caduca, y también originarias de China y el Tíbet, pueden llegar a alcanzar los dos metros de altura. Son la Paeonia suffruticosa, la Paeonia delavayi y la Paeonia lutea, responsable de los tonos ocres y anaranjados de algunos de los híbridos más valorados, como Chromatella o Souvenir de Maxime Cornu, de flores amarillas.

Herbáceas o arbóreas, las peonías son capaces de adaptarse a diferentes suelos y climas (soportan hasta 30 grados bajo cero) y excepcionalmente longevas (pueden vivir hasta 50 años en el mismo lugar). Por ello, y porque aguantan mal el trasplante, conviene elegir con cuidado su ubicación y trabajar previamente la tierra enriqueciéndola con mantillo (abono orgánico descompuesto), asegurándose de que drene bien. Florecen entre abril y junio y lo hacen profusamente si están plantadas a pleno sol, aunque en zonas muy cálidas, como Levante o Andalucía, es preferible colocarlas a media sombra y siempre en posición resguardada, sobre todo cuando se trata de especies arbóreas, de floración temprana y más sensibles, por tanto, a las heladas tardías. Otro aspecto decisivo para el buen desarrollo de la planta es dejar la corona (la parte superior de las raíces) firmemente sujeta, pero no a demasiada profundidad (2,5 centímetros es la hondura óptima según los expertos). Respecto al riego, las especies mediterráneas aguantan la sequía mejor que los híbridos, que requieren una humedad ligera, pero constante. Los tallos de las peonías herbáceas se deben entutorar (colocar cañas o estacas alrededor de ellos) para evitar que se arrastren bajo el peso de las flores, y en otoño cortarlos a ras del suelo. Las arbóreas no requieren una poda sistemática, basta con recortar las ramas secas a finales del invierno. Sí es recomendable una poda corta de rejuvenecimiento cada 8 o 10 años. Un último atractivo, en ciertas variedades, como la Paeonia lactiflora, Edulis Superba, Claire du Bois y Mrs. F. D. Roosevelt, es su suave perfume, sólo comparable al de las rosas.

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