J. Benito Fernández relata en 'Los pasos del caído' la vida "a la contra" de Eduardo Haro Ibars

Eduardo Haro Ibars (1948-1988) fue poeta, periodista, letrista de la Orquesta Mondragón, precursor del movimiento gay y, sobre todo, pionero de la movida. Por eso, muchos de los que compartieron con él esos años en Madrid se acercaron ayer al Círculo de Bellas Artes de Madrid para recordarle en la presentación de Eduardo Haro Ibars: los pasos del caído. Con esta biografía, J. Benito Fernández (Tomiño, Pontevedra, 1956) quedó el pasado abril finalista del 33º Premio Anagrama de Ensayo.

Este libro es complemento de la anterior obra del periodista gallego, ...

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Eduardo Haro Ibars (1948-1988) fue poeta, periodista, letrista de la Orquesta Mondragón, precursor del movimiento gay y, sobre todo, pionero de la movida. Por eso, muchos de los que compartieron con él esos años en Madrid se acercaron ayer al Círculo de Bellas Artes de Madrid para recordarle en la presentación de Eduardo Haro Ibars: los pasos del caído. Con esta biografía, J. Benito Fernández (Tomiño, Pontevedra, 1956) quedó el pasado abril finalista del 33º Premio Anagrama de Ensayo.

Este libro es complemento de la anterior obra del periodista gallego, El contorno del abismo (Tusquets), dedicado al poeta Leopoldo María Panero, quien, en opinión de Fernández, ha tenido dos grandes amores: Ana María Moix y el ahora biografiado Haro Ibars. "Cuando leí el libro de Leopoldo pensé: 'Ahora queda el del otro maldito", contó Juan Cueto. "Era muy difícil seguir los pasos de Eduardo porque era muy dado a las huidas, a las mutaciones, y por eso éste es un libro admirable. Se lee como una novela porque tiene el tono de las biografías inglesas, que tanto escasean aquí", prosiguió.

Fernández pretendía hacer una entrevista a Haro Ibars para su programa Mis malditos favoritos, de Radio Cadena Española, pero no llegaron a conocerse. "Eduardo vivió a la contra toda su vida", relató el autor. "En su columna de la revista Triunfo reivindicaba al maricón y cosas como la ciencia ficción, los presos comunes, el punk y el lumpen. Fue un puente entre la Universidad y el mundo de las drogas, pero sobre todo su obra fue su paso por la calle". Cueto puso un pero a la argumentación de Fernández: "Lo que no comparto de este libro es la idea de Benito de que no queda nada del underground. Puede que ya no exista como territorio, pero en la Red hay una corriente subterránea, el ciberground, que repite los mismos tics del underground".

Al acto no acudió su padre, el crítico de EL PAÍS Eduardo Haro Tecglen -que no quiso ser entrevistado para la biografía-, pero sí su madre, Pilar Ibars. Muy emocionada, dijo: "Quería leer este libro poniendo un distanciamiento sano, pero me ha sido imposible porque he seguido los pasos del caído desde el principio al final. Me costó encontrarle entre tantas voces, me parecía una imagen distorsionada. Pero Benito ha sabido situar y describir dónde se desarrolló la vida de Eduardo y leer lo que han dicho de él sus verdaderos amigos, me ha ayudado piecita a piecita, como en un puzzle, a reconstruir lo más querido de Eduardo".

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