Médicos de EE UU denuncian fallos en la inyección letal

Investigadores estadounidenses de la Escuela de Medicina Miller de la Universidad de Miami (Florida) han llamado, en un informe publicado ayer en la revista médica británica The Lancet, al cese de la inyección letal como método de ejecución de los condenados a la pena capital, aunque éste sea el más utilizado en EE UU. La inyección letal no es siempre una manera humana y sin dolor de morir, argumentan los expertos, y por ello, concluyen, el abandono de esta práctica es justificado.

"Los fallos en el diseño del protocolo, la aplicación, supervisión y revisión podrían haber causado...

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Investigadores estadounidenses de la Escuela de Medicina Miller de la Universidad de Miami (Florida) han llamado, en un informe publicado ayer en la revista médica británica The Lancet, al cese de la inyección letal como método de ejecución de los condenados a la pena capital, aunque éste sea el más utilizado en EE UU. La inyección letal no es siempre una manera humana y sin dolor de morir, argumentan los expertos, y por ello, concluyen, el abandono de esta práctica es justificado.

"Los fallos en el diseño del protocolo, la aplicación, supervisión y revisión podrían haber causado a los condenados un sufrimiento innecesario", explica Leonidas Koniaris, responsable del equipo de médicos que redactó el informe. Los presos no serían adecuadamente sedados.

El informe sugiere que la práctica actual de la inyección letal para la aplicación de la pena capital ni siquiera respeta las exigencias veterinarias exigidas para dar por muerto a un animal. Normalmente se administra sodio tiopental al condenado para minimizar el sufrimiento de la inyección letal. Sin esta anestesia, el preso podría sofocarse y padecer horribles dolores, según Koniaris.

Los investigadores analizaron los informes de protocolo de los Estados de Tejas y Virginia, donde se realizan el 45% de las ejecuciones de todo el país. Descubrieron que no había un control sistemático de la anestesia y que los auxiliares médicos encargados de administrarla no tenía formación para ello. También analizaron datos de las autopsias de 49 ejecuciones en Arizona, Georgia, Carolina del Norte y Carolina del Sur, y averiguaron que las concentraciones de sodio tiopental en la sangre eran menores que las requeridas para la cirugía en 43 casos, y que 21 de los condenados eran conscientes cuando fueron ejecutados.

Según The Lancet, la inyección letal fue utilizada en 788 veces de las 956 ejecuciones llevadas a cabo en EE UU desde 1976. En su editorial, la revista escribe que "la pena capital no es sólo una atrocidad, sino también una mancha en la historia de la democracia de EE UU".

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