La Iglesia recurre a su patrimonio artístico para obtener más recursos

Las catedrales de Girona, Sevilla, Mallorca y Burgos cobran entrada

La Iglesia católica en España cuenta con un rico patrimonio artístico y está empezando a sacarle rendimiento. Desde el pasado martes, la catedral gótica de Girona cobra entrada a los visitantes, tres euros. No es la única, las catedrales de Sevilla, Palma de Mallorca y Burgos, entre otras, ya llevan varios años haciéndolo. Los problemas de autofinanciación explican la medida. El dinero no se dedica a la conservación del patrimonio artístico, que otrora se podía disfrutar gratuitamente. La recaudación se destina a mantenimiento.

La medida de la diócesis de Girona de cobrar entrada para v...

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La Iglesia católica en España cuenta con un rico patrimonio artístico y está empezando a sacarle rendimiento. Desde el pasado martes, la catedral gótica de Girona cobra entrada a los visitantes, tres euros. No es la única, las catedrales de Sevilla, Palma de Mallorca y Burgos, entre otras, ya llevan varios años haciéndolo. Los problemas de autofinanciación explican la medida. El dinero no se dedica a la conservación del patrimonio artístico, que otrora se podía disfrutar gratuitamente. La recaudación se destina a mantenimiento.

Una de las fuentes habituales de financiación son los museos eclesiásticos
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La medida de la diócesis de Girona de cobrar entrada para visitar su catedral, práctica que se inició anteayer, no ha provocado rechazo social, aunque signifique tener que pagar para disfrutar de un patrimonio cultural al que hasta ahora se accedía de forma gratuita. No es ni el primer caso, ni el único. Lo mismo ocurre en otros templos católicos, auténticas obras maestras de la arquitectura religiosa española. El cobro de la entrada es una práctica corriente en catedrales tan representativas como las de Toledo, Granada, Mallorca -enriquecida recientemente con un retablo de Miquel Barceló- o Burgos, todas ellas de gran valor monumental y depositarias de importantes legados artísticos. En Sevilla, ciudad de gran tirón turístico, el precio se dispara: visitar la catedral cuesta siete euros, con excepción del domingo, cuyo acceso es libre.

Ante la posible impopularidad de la iniciativa, los responsables de la catedral de Girona argumentaron el impedimento de encontrar otro medio mejor para autofinanciarse. Finalmente, no han recibido crítica alguna. El recinto principal, con su magnífica nave -la más ancha del gótico mundial-, sólo permanecerá abierto a los fieles en horario de culto. Durante el resto del día, formará parte de una visita que incluye el museo del tesoro capitular y el claustro.

Soluciones de este tipo son cada vez más frecuentes. La catedral de Barcelona también está abierta al público en los horarios de culto. Sin embargo, algunos altares y el coro permanecen cerrados mientras se oficia la misa. Para verlos es necesario pasar por taquilla. O algo parecido. La diócesis barcelonesa organiza visitas turísticas al mediodía. Si bien no hay precio de entrada, se exige al curioso un donativo de 1,20 euros. Lógicamente, es un peaje mínimo. Cualquier deje generoso será bienvenido. Los fondos recaudados se destinan de nuevo a gastos de mantenimiento. A fin de mes, a los obispos no les salen las cuentas. Los feligreses son cada vez menos y con ellos se va una de las fuentes principales del maná eclesiástico.

No se trata de dedicar dinero a la conservación y restauración del patrimonio artístico y arquitectónico de las iglesias. Para esto existe un Plan Nacional de Catedrales. Mediante este proyecto, la Iglesia católica recibe ayuda económica de mecenas privados, gobiernos autónomos y del Ministerio de Cultura. Las catedrales que necesitan de alguna intervención se dotan de un plan director en el que se diagnostican las actuaciones imprescindibles para su conservación. Con este fin se reúne un equipo de expertos, que incluye desde arquitectos a historiadores, para redactar las propuestas de restauración. Gracias al proyecto se pudo concluir la puesta a punto de las catedrales de Castilla y León.

La Iglesia católica, como entidad privada que es, puede completar sus ingresos con las medidas que considere oportunas, pero con algunas restricciones, según fuentes del Ministerio de Cultura. Aquellas catedrales beneficiadas por el convenio y en las que se cobre entrada por visitarlas tendrán la obligación de celebrar jornadas de puertas abiertas unos días al año. Es la única exigencia que impone el Estado a cambio de la inversión de dinero público.

La Conferencia Episcopal Española no tiene competencia en el asunto. La decisión de cobrar entrada para pasearse por las catedrales e iglesias españolas depende del responsable de cada diócesis, según fuentes de los obispos.

Excepciones hay varias. Por ejemplo, la catedral de Santa María de Vitoria, en el País Vasco, permanece cerrada debido a su restauración. Las obras se pueden contemplar gracias a una visita guiada que cuesta tres euros. En este caso, los fondos recaudados se destinan directamente a las labores de reforma. El resto de catedrales vascas no cobra todavía por la visita, lo mismo que muchas otras seos españolas.

Una de las fuentes más habituales de financiación proviene de los museos eclesiásticos, en los que sí se paga entrada. A veces, su visita conlleva ventajas. Así, en la catedral de Astorga (León), la entrada del museo permite acceder al recinto del templo, aunque en ese momento no esté abierto al público.

Aparte quedan otras fuentes de financiación eclesiástica destinadas a capítulos dispares. Así, el dinero recaudado a través de las declaraciones de renta de Hacienda, que sirve para pagar los sueldos de los religiosos. Tampoco aquí les salen las cuentas a los obispos. Aunque la población española se considera mayoritariamente católica, sólo un 32% marca la casilla correspondiente a la Iglesia católica en la declaración de la renta. Frente a esta carencia, el Estado ha ido prorrogando año tras año los mecanismos de compensación ahora en litigio.

La iniciativa comenzó con el Gobierno del ex presidente Felipe González. El sistema de compensaciones no se debía alargar más de tres años. El objetivo buscado era que la Iglesia se pudiera financiar gracias a las contribuciones de sus feligreses vía Hacienda.

No obstante, visto el resultado, el hábito no cundió. De ahí la necesidad de recurrir a nuevas formas de financiación, aunque sea mediante el pago por ver sus bienes artísticos y patrimoniales.

Asimismo, la Iglesia católica española cuenta con recursos propios obtenidos de sus diferentes negocios, que van desde cajas de ahorro a medios de comunicación. Los beneficios, sin embargo, no son suficientes para sufragar sus múltiples gastos. Por último, reciben diferentes subvenciones en apoyo de su obra social.

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