Agricultura fija una distancia de seguridad entre cultivos transgénicos y convencionales

Un nuevo decreto obligará a declarar el cultivo de variedades genéticamente modificadas

Las plantas son poco amigas de la pureza de raza. Las polinizaciones cruzadas y las mezclas entre cultivos cercanos son tan frecuentes que los transgénicos pueden acabar contaminando plantaciones cercanas. Para mitigarlo, el Ministerio de Agricultura ha elaborado un real decreto que fija una distancia mínima de 25 metros entre plantaciones transgénicas y convencionales y obliga a los agricultores a declarar si cultivan organismos genéticamente modificados. La regulación, que se aprobará en un mes, es pionera en el mundo para garantizar la coexistencia de cultivos.

Para el director gener...

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Las plantas son poco amigas de la pureza de raza. Las polinizaciones cruzadas y las mezclas entre cultivos cercanos son tan frecuentes que los transgénicos pueden acabar contaminando plantaciones cercanas. Para mitigarlo, el Ministerio de Agricultura ha elaborado un real decreto que fija una distancia mínima de 25 metros entre plantaciones transgénicas y convencionales y obliga a los agricultores a declarar si cultivan organismos genéticamente modificados. La regulación, que se aprobará en un mes, es pionera en el mundo para garantizar la coexistencia de cultivos.

Para el director general de Agricultura, Ángel Luis Álvarez Fernández, "la mezcla de variedades es un fenómeno frecuente en la agricultura". Álvarez critica la utilización del término "contaminación", porque los cultivos transgénicos en uso "no suponen riesgo para la salud humana", pero asegura que el objetivo del real decreto es "garantizar definitivamente la coexistencia de los cultivos trangénicos con las variedades tradicionales".

El texto, de 12 folios, se basa en las recomendaciones de la Comisión Europea. "Pretendemos que, si se produce alguna mecla, sea menor del 0,9%, un porcentaje a partir del cual hay que etiquetar un alimento como transgénico por obligación legal", según Álvarez. En España hay 58.219 hectáreas cultivadas con transgénicos, 26.000 más que en 2003, según los datos del ministerio.

Para evitar en lo posible la contaminación, el ministerio fija una distancia de seguridad para los campos en los que coexistan cultivos trangénicos, tradicionales y/o ecológicos. En el caso del maíz resistente contra la plaga del taladro, la variedad transgénica más extendida en España con diferencia, la distancia de seguridad se fija en 25 metros.

"Es un texto abierto. Si dentro de un año vemos que esa distancia de seguridad no es suficiente, la aumentaremos", explica Álvarez. El decreto obligará además a establecer "barreras contra el polen"; a realizarla "limpieza de las sembradoras antes y después de su utilización para evitar el traslado de semillas", y a que la manipulación de semillas se haga "con cuidado para evitar que se mezclen".

El Real Decreto sobre coexistencia de cultivos modificados genéticamente con los convencionales y ecológicos establece que "los agricultores que deseen cultivar cultivos modificados genéticamente deberán comunicar sus intenciones a los agricultores colindantes". Hasta ahora, un agricultor podía encontrarse con que sus productos tenían material modificado genéticamente sin siquiera saber que había cultivos transgénicos en la zona.

Inspecciones

Para evaluar el cumplimiento de la norma, el Gobienro obliga a las comunidades autónomas a "inspeccionar al menos el 5% de las parcelas sembradas con cultivos modificados genéticamente". Con estos datos, el ministerio realizará un Plan Nacional de Supervisión. Las multas por incumplir esta norma serán las recogidas en la ley sobre el uso de organismos modificados genéticamente, aprobada en 2003. La ley establece multas de hasta 1,2 millones de euros a quienes comercialicen o importen variedades no autorizadas.

El secratrio general de Agricultura, Fernando Moraleda, destaca que ésta es una de las primeras regulaciones del mundo y que se aprobará en un mes. Fue remitido a la Comisión Nacional de Biovigilancia, el órgano asesor en el que están representados científicos, agricultores y ecologistas.

Aunque Agricultura insiste en que los trangénicos son seguros para la salud, pretende evitar casos como el de un productor de maíz ecológico en Navarra que denunció en 2003 que su cosecha estaba contaminada por la de un vecino. Esto le impidió vender su producción como ecológica y no fue indemnizado. En realidad, nadie tenía la culpa.

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