Toby Litt analiza la violencia de los niños en una dura novela

"Trato de la rebelión de unos chavales ante el mundo de los adultos", afirma el escritor

Toby Litt (Ampthill, Inglaterra, 1968) sedujo hace un par de años a los aficionados al género negro con Muerte en directo (Tusquets). Ahora, con Canciones de los niños muertos (en la misma editorial), estremece. Es una historia, narrada a través de varias voces, sobre la terrible violencia a que pueden llegar los niños. "Es una rebelión contra el mundo hipócrita de los adultos", explica el escritor. También una lucha por el poder de unos chavales que están en la frontera de la adolescencia.

Toby Litt fue incluido en 2003 en la influyente lista de jóvenes autores británicos...

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Toby Litt (Ampthill, Inglaterra, 1968) sedujo hace un par de años a los aficionados al género negro con Muerte en directo (Tusquets). Ahora, con Canciones de los niños muertos (en la misma editorial), estremece. Es una historia, narrada a través de varias voces, sobre la terrible violencia a que pueden llegar los niños. "Es una rebelión contra el mundo hipócrita de los adultos", explica el escritor. También una lucha por el poder de unos chavales que están en la frontera de la adolescencia.

Toby Litt fue incluido en 2003 en la influyente lista de jóvenes autores británicos que elabora la revista Granta cada diez años. Nadie dudó de que estaría ahí, pues es un escritor renovador en las historias que cuenta y en cómo las cuenta. El autor no da demasiada importancia a lo de la prestigiosa lista y tampoco le preocupa que le adscriban al género negro. Cuando escribe, dice, sólo piensa en literatura.

En Muerte en directo, una original novela en la que un joven se ve obligado a investigar por qué asesinaron a su ex novia cuando ambos estaban cenando en un restaurante, predomina el humor. En Canciones de los niños muertos, que se ha publicado recientemente en España, también hay humor, pero muy negro. "Es tan negro como humano posible", precisa Litt.

Canciones de los niños muertos es el estremecedor relato de los juegos de cuatro amigos al borde de la adolescencia. En un verano de finales de los años setenta, Matthew, Paul, Peter y Andrew, en un pueblo perdido de la campiña inglesa, crean un grupo, Pandilla, con estructura de mando. Andrew es el alférez; Matthew, el sargento, y Paul y Peter, cabos. Los cuatro son rubios y visten ropa militar, aman la naturaleza y se entrenan duramente para luchar contra los rusos. Temen una invasión y están dispuestos a salvar a su patria. "Hay que tener en cuenta la situación geopolítica. Era la época de la guerra fría y los chicos se lo toman muy en serio. Podía haber elegido otros temas de los setenta, el pop o el kitch, pero preferí el lado más oscuro de esos años".

La muerte de Matthew, a causa de una meningitis, desencadena la guerra, pero no la que los niños habían planeado, sino que se producirá en sus propias casas, en sus dormitorios, en sus cocinas. Responsabilizan a los abuelos de Matthew por no haberse dado cuenta de la grave enfermedad de su nieto. Son el enemigo y deben exterminarles. Les cambian los medicamentos, se cargan el pájaro que habían comprado, liquidan al perro... Andrew es el instigador, pero no todos están de acuerdo y estalla otra guerra, ésta por el poder en Pandilla.

"Frente a la visión romántica de los niños como objetos pasivos de belleza he retratado a unos niños activos que emprenden acciones agresivas porque quieren cambiar el mundo y llevan su visión hasta las últimas consecuencias. En cierto sentido, es más una novela sobre el poder que un libro doméstico sobre la familia".

Malos tratos

Los padres de los muchachos desempeñan un papel fundamental. El de Paul es considerado un "rojillo", tiene un Volkswagen Escarabajo y es partidario del desarme nuclear unilateral. El padre de Andrew está en el extremo opuesto. Su máxima es "antes muerto que rojo". Adiestra a los chicos, les enseña a sobrevivir, y éstos le adoran: es el general de división. En casa, las cosas son muy diferentes. Andrew y su madre sufren día sí día día no sus estallidos de violencia. "Cuando empecé a escribir el libro pensé que corría el peligro de que fuera interpretado como una historia sobre los malos tratos en vez de una novela sobre el poder y la fuerza, sobre la rebeldía de los niños frente al mundo hipócrita de los adultos. También he querido hacer una sátira sobre el tópico de que los que aman la naturaleza son inevitablemente buenas personas. Estos niños aman la naturaleza y son tan terribles como lo puede ser ella".

La novela se explica a través de varias voces. "Era otro de los retos. Al principio, es una voz colectiva porque Pandilla estaba unida, pero cuando se rompe, tras la muerte de Matthew, comienza la lucha entre ellos. Los puntos de vista se van definiendo, aunque a esa edad los chavales no tienen una opinión completamente formada. Quizá la más asentada es la de Andrew".

¿Cómo son cada uno de los chicos? "Peter es el que sigue a los demás. Paul es como san Pablo, el seguidor que quiere ser líder pero que no quiere que nadie lo sepa. Matthew es el número dos y está contento de serlo. Andrew quiere dominar el mundo".

La lucha por el poder en Pandilla y contra los abuelos de Matthew acaba en una orgía de sangre. O no. La novela es tan dura que Litt ha escrito dos finales. "El lector puede elegir el que puede aguantar. Muchos me han dicho que hasta el final no se podían creer lo que son capaces de hacer los niños. De todas maneras, a lo largo del libro doy suficientes indicios y pistas para saber cuál es el auténtico".

Canción de los niños muertos se desarrolla morosamente, aunque es imposible dejarla. "He querido torturar al lector haciendo que todo fuera muy lento. Mi idea de la novela es que el lector se sienta enfermo y asustado. Me interesa que la letra tenga un impacto fisiológico en el lector".

El escritor británico Toby Litt, en Barcelona.JORDI ROVIRALTA
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