CATÁSTROFE EN ALHUCEMAS

Alhucemas se echa a la calle para reclamar una ayuda humanitaria que no llega

Los afectados por el terremoto asaltan los camiones de comida e improvisan manifestaciones

Los habitantes de Alhucemas estallaron ayer contra el Gobierno por la falta de ayuda humanitaria para paliar los efectos del terremoto. De forma desorganizada, improvisada y caótica, la gente acusa al Ejecutivo de desviar la ayuda internacional hacia otras zonas del país menos críticas con las autoridades. "Hemos visto manifestaciones de solidaridad con el pueblo palestino en Rabat, pero no con nosotros. El Gobierno ha desviado la ayuda que envían EE UU y la Unión Europea a Rabat y Casablanca porque son unos racistas y tienen olvidada Alhucemas", explicaban los manifestantes.

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Los habitantes de Alhucemas estallaron ayer contra el Gobierno por la falta de ayuda humanitaria para paliar los efectos del terremoto. De forma desorganizada, improvisada y caótica, la gente acusa al Ejecutivo de desviar la ayuda internacional hacia otras zonas del país menos críticas con las autoridades. "Hemos visto manifestaciones de solidaridad con el pueblo palestino en Rabat, pero no con nosotros. El Gobierno ha desviado la ayuda que envían EE UU y la Unión Europea a Rabat y Casablanca porque son unos racistas y tienen olvidada Alhucemas", explicaban los manifestantes.

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"Nosotros no somos árabes. Somos bereberes", grita con toda su fuerza Ibrahim Assis, que encabeza una manifestación de unas mil personas en Alhucemas. Ante lo que ellos consideran una injusticia, los supervivientes asaltan los camiones de ayuda humanitaria. "Hemos visto en televisión que todos los países han enviado ayuda, pero nadie la recibe. Hacen falta tiendas y mantas. Nadie se atreve a dormir en su casa", asegura Hassan Aruch. "Si se las quedan, las tendremos que coger", añade.

Una de las manifestaciones más numerosas, de unas mil personas, comenzó hacia las cuatro de la tarde en Alhucemas. Primero era un grupo de jóvenes que bajaban por una calle con gritos tímidos. A ella se sumaron las 200 personas que venían de concentrarse frente a la sede de Gobierno Civil. Los manifestantes, a los que se sumaba gente de la calle, coreaban: "El Gobierno es un ladrón", "Gobierno de Marruecos = cero". La manifestación se desarrolló sin más incidentes que algún grito cara a cara con la policía.

Por la mañana, otra manifestación recorrió la ciudad. El Ejército la disolvió a golpes, según la agencia Reuters. El ministro de Información marroquí, Nabil Benabdallah, afirmó, sin embargo, que la noticia era pura manipulación. El teniente de alcalde de Alhucemas, Mohamed Azerrane, aseguró que las manifestaciones eran normales: "La gente ve que no llega nada, que todo se queda en el aeropuerto, y sale a protestar". Azerrane negó que hubiera habido enfrentamientos con el Ejército. Las manifestaciones, aunque menos numerosas, se repitieron en Imzuren, el pueblo más castigado por el seísmo. Hubo una por la mañana y otra por la tarde.

Las airadas críticas demuestran que el Rif es la zona más complicada para los gobernantes marroquíes. Muchos de sus habitantes dicen ser bereberes y no árabes, y desprecian el Gobierno de Rabat porque, según ellos, les margina.

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A las críticas responde el coronel Mammar, responsable de la coordinación en el aeropuerto de Alhucemas. "La recepción de la ayuda es perfecta, pero lo estamos mejorando", asegura. En el aeropuerto se acumulaban por la mañana camiones de ayuda humanitaria. A lo largo del día fueron saliendo. Los helicópteros llevaban mantas al campo. Los bomberos, venidos de Japón, Austria, España, Francia, Italia o Portugal, preparaban ayer su regreso tras dos días prácticamente ociosos. "Al principio no nos coordinaba. Ahora, cuando llegamos a las casas, ya están desescombradas a mano, porque son casas de piedra y barro", explica un bombero español.

Los manifestantes de Alhucemas afirman no tener miedo a la reacción del poder. "Llevamos toda la vida luchando contra el Gobierno, así que no nos preocupa lo que hagan", señala uno de ellos. Cuando se le pregunta por la visita real, dos veces pospuesta, Samar Ahmed, de 26 años y estudiante de inglés, grita: "Necesitamos ayuda, no necesitamos al rey". Karin Elguli sí reclama su presencia: "Tengo familia en Europa y sé que si pasa algo, el primero en acudir es el jefe del Gobierno y el del Estado. El nuestro se queda en Tánger lejos de la gente". Otros manifestantes insisten, no obstante, en que la protesta no está dirigida contra el rey, sino contra el Gobierno.

La manifestación se disuelve casi tan espontáneamente como ha comenzado. Tras una breve sentada en mitad de la calle y unos cuantos gritos contra la policía, los bereberes, todos hombres y en su mayoría jóvenes, se dispersan.

De vuelta, un grupo se tropieza con una de las escenas que se repiten en la zona. La gente asalta un enorme camión cargado de mantas y decorado con una bufanda de la Sampdoria. Cada uno coge su paquete y sale por piernas. Los cabecillas de la manifestación les alientan.

Los asaltantes cuentan que todo comenzó porque el presidente de la Media Luna Roja de Alhucemas pretendía descargar parte del cargamento en un almacén de su propiedad. "Ése es un almacén de cuatro metros. Allí no caben las mantas. ¿Para qué pasan por el centro de la ciudad? Que se vayan directamente al campo, que es donde hacen falta", relata un testigo. La policía disolvió a los asaltantes cuando sólo quedaba sobre el enorme tráiler una cuarta parte del cargamento.

Habitantes de la localidad de Imzuren se manifiestan por la falta de ayuda.JULIÁN ROJAS

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