ARCO 2004

Crece el impacto de las nuevas tecnologías

Los artistas se van apropiando de las nuevas tecnologías digitales y su presencia e impacto en el mundo del arte contemporáneo se hace cada año más evidente. Más allá del incremento de su empleo en la fotografía y el vídeo, lo cual forma parte del normal desarrollo de estos medios, se nota la voluntad de utilizar las herramientas informáticas para lograr percepciones inéditas. "Las nuevas tecnologías pueden ampliar las posibilidades del vídeo", afirma Pere Soldevila, de la Galería Metropolitana de Barcelona, que presenta la obra Lactatio, de Bigas Luna, en una pantalla dotada de un ...

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Los artistas se van apropiando de las nuevas tecnologías digitales y su presencia e impacto en el mundo del arte contemporáneo se hace cada año más evidente. Más allá del incremento de su empleo en la fotografía y el vídeo, lo cual forma parte del normal desarrollo de estos medios, se nota la voluntad de utilizar las herramientas informáticas para lograr percepciones inéditas. "Las nuevas tecnologías pueden ampliar las posibilidades del vídeo", afirma Pere Soldevila, de la Galería Metropolitana de Barcelona, que presenta la obra Lactatio, de Bigas Luna, en una pantalla dotada de un software que permite al espectador detener la imagen y mantenerla así durante el tiempo que quiera. Hay dos prototipos en venta a 6.000 euros. El software protagoniza obras muy distintas. Hay piezas muy conocidas, como Safe Zone n. 7 (13.000 euros), una vídeo-instalación basada en las cámaras de vigilancia realizada para la exposición CTRL-Space, del ZKM de Karlsruhe (Alemania), que se presenta en la Galería Nordenhake. La londinense Lisson ofrece Origins (14.000 euros), una obra de Charles Sandison basada en un software generativo que mezcla de forma casual fragmentos de la teoría de la evolución de Darwin y del Viejo Testamento.

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Si Origins recuerda el formato de un cuadro, Alle Toten (40.000 euros), de Marko Lehanka, en Carlier Gebauer de Berlín, se remite a la tradición escultórica. Se trata de un gran círculo de tablas de surf destrozadas con un pequeño ordenador en el centro, cuyo programa genera historias siempre distintas sobre la muerte de 12 personajes. Menos tétrica es la pieza Soplar (11.000 euros), de Rubén Ramos, en Fúcares, una mesa transparente con un vídeo donde un niño sopla con una pajita en un vaso, mientras que el movimiento de aire producido por los altavoces genera el mismo efecto en el agua de un vaso real apoyado en la mesa. Otra tendencia que se va delineando cada vez con mayor claridad es la mezcla entre el dibujo, el vídeo y las técnicas de animación. Lo demuestran piezas como Good morning (2.000 euros), de Diego Santomé, en la Galería Bacelos de Vigo, y El eje del mal (6.000 euros), de Cristina Lucas, en Juana de Aizpuru.

Por lo que se refiere a la presencia institucional, un año más destaca el stand de la Fundación Telefónica, que presenta los ganadores del concurso Vida. Se trata de los perros robóticos transgénicos de France Cadet, que plantean una interesante reflexión sobre los peligros de las investigaciones sobre biotecnología y de Central City, del inglés Stanza, una colección de entornos urbanos en Internet que va evolucionando desde hace 4 años gracias a mecanismos generativos.

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