Donald Rayfield retrata las perversiones de Stalin y las de sus esbirros

La obediencia a las órdenes no exime ni de culpa ni de responsabilidad. Así lo establecieron los procesos de Núremberg y así el historiador británico Donald Rayfield (Londres, 1942) empezó a indagar no sólo sobre la figura de Stalin, sino sobre la de los hombres gracias a los cuales se mantuvo en el poder, ejecutores implacables de uno de los mayores genocidios de la historia. Un régimen de terror cuyos mecanismos de poder, según Rayfield, siguen latiendo en Rusia. Stalin y sus verdugos (Taurus) reconstruye la relación del dictador con cinco de sus hombres más cercanos: Felix Dzerzhinsk...

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La obediencia a las órdenes no exime ni de culpa ni de responsabilidad. Así lo establecieron los procesos de Núremberg y así el historiador británico Donald Rayfield (Londres, 1942) empezó a indagar no sólo sobre la figura de Stalin, sino sobre la de los hombres gracias a los cuales se mantuvo en el poder, ejecutores implacables de uno de los mayores genocidios de la historia. Un régimen de terror cuyos mecanismos de poder, según Rayfield, siguen latiendo en Rusia. Stalin y sus verdugos (Taurus) reconstruye la relación del dictador con cinco de sus hombres más cercanos: Felix Dzerzhinsky, Viacheslav Menzhinsky, Genrikh Yagoda, Nikolái Yezhov y Lavrenti Beria, colaboradores que tampoco se libraron del carácter paraonico y sangriento de su jefe.

Según cuenta Rayfield, Stalin tenía los pies deformados, grandes cicatrices de viruela y padeció desde niño infecciones en la sangre. Maltratado por sus padres, apenas hablaba: "Tenía un odio visceral por los oradores, por los intelectuales brillantes", dice Rayfield. "Stalin siempre tuvo dolores físicos, pero millones de personas nacen con esos problemas y eso no les convierte en psicópatas. Él era intelectualmente un hombre superdotado, eso es innegable. El mayor error de Trotski fue pensar que Stalin era estúpido".

"Hitler", continúa Rayfield, "era muy diferente a Stalin.

Mientras Hitler tenía un carácter hipnótico, Stalin hablaba con una voz muy débil, de cura. Una vez que tuvo poder tuvo el carisma del poder, pero no antes. Anteriormente sólo tenía el carisma que tienen los psicópatas en su vida privada: la atracción que ejercen sobre los débiles".

Rayfield (experto en poetas rusos y autor de una importante biografía de Chejov) recuerda que Hitler era un vegetariano convencido. "A Stalin le gustaba Mozart y cantar música religiosa, y se preocupaba mucho por la alimentación de las ardillas de su casa". "De todos los muertos de Stalin, un 95% eran hombres, mientras que Hitler mató a más mujeres y niños que a hombres. Esa estadística nos recuerda que para un caucasiano como Stalin las mujeres, sencillamente, no contaban para nada".

Rayfield asegura que poco ha cambiado en Rusia: "Todo va a peor". "La policía secreta es la dueña del país, son los dueños de los cargos económicos y políticos. El estilo es otro, los tiempos también, pero en lugares como Chechenia se está sufriendo hoy un genocidio peor que con Stalin. La psicología de la gente está volviendo atrás. No existe debate político, todo está bajo control. Se respira una nostalgia que da miedo".

Donald Rayfield, ayer en Madrid.BERNARDO PÉREZ
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