Schröder logra aprobar duros recortes al seguro de desempleo en Alemania

La mayoría democristiana de la Cámara alta frenará la reforma laboral del canciller

Los diputados de la coalición entre socialdemócratas (SPD) y Verdes que gobierna en Alemania votaron ayer como un solo hombre el primer paso para sacar adelante las leyes que suponen una reforma del mercado laboral con un duro recorte a las prestaciones a los parados. Al mismo tiempo, la coalición SPD-Verdes aprobó el anticipo de la reforma fiscal al 1 de enero próximo. Con ella, el Gobierno espera inyectar 22.000 millones de euros en la economía con la intención de poner en marcha la otrora locomotora de Europa, ahora estancada en la recesión.

Las leyes aprobadas ayer en el Parlamento ...

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Los diputados de la coalición entre socialdemócratas (SPD) y Verdes que gobierna en Alemania votaron ayer como un solo hombre el primer paso para sacar adelante las leyes que suponen una reforma del mercado laboral con un duro recorte a las prestaciones a los parados. Al mismo tiempo, la coalición SPD-Verdes aprobó el anticipo de la reforma fiscal al 1 de enero próximo. Con ella, el Gobierno espera inyectar 22.000 millones de euros en la economía con la intención de poner en marcha la otrora locomotora de Europa, ahora estancada en la recesión.

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Las leyes aprobadas ayer en el Parlamento (Bundestag) en Berlín no suponen la entrada en vigor inmediata de los recortes sociales aprobados, ni tampoco de la reforma fiscal anticipada. Las leyes aprobadas ayer pasan ahora a la segunda cámara de los Estados federados (Bundesrat) donde la oposición democristiana (CDU / CSU) cuenta con una amplia mayoría. Los democristianos ya han anunciado que en el Bundesrat se opondrán a las leyes aprobadas ayer. Esto hará que pasen a la llamada Comisión de Conciliación que las reformará y las devolverá al Bundestag. Hacia mediados de diciembre el Bundestag tendrá que reunirse de nuevo para la aprobación definitiva, si se logra una mayoría y los diputados disidentes en las filas de la coalición de Gobierno se tragan las modificaciones que introduzcan los democristianos (CDU / CSU).

La complejidad del sistema legislativo alemán, con el papel cada vez más fuerte del Bundesrat como una segunda cámara que bloquea la legislación aprobada en el Bundestag, ha abierto en Alemania un debate sobre la necesidad de hacer más operativa la Constitución y facilitar las reformas. Una comisión legislativa recién creada estudiará las propuestas de reformar el Bundesrat que ha pasado de intervenir en un 10% de las leyes en los primeros tiempos de la República de Bonn a un 60% hoy día.

Era el día de su sexto aniversario de bodas, de su cuarto matrimonio, y el canciller alemán, Gerhard Schröder, tras la votación, se paseó satisfecho por el restaurante y los pasillos del edificio del Reichstag en compañía de su esposa Doris, antigua periodista del sensacionalista Bild Zeitung, que acostumbra a desplazarse de la casa familiar en Hannover a Berlín en las grandes ocasiones. Schröder había dejado al presidente francés Jacques Chirac en Bruselas con el encargo de defender las posiciones de Alemania. El vicecanciller y ministro de Exteriores, el verde Joschka Fischer, también abandonó Bruselas para votar en el Bundestag la reforma del seguro de paro. Acudieron llamados a rebato todos los diputados, incluso algún convaleciente de recientes intervenciones quirúrgicas.

En realidad la votación carecía de emoción después de que la media docena de rebeldes en las filas del SPD se rindiesen, tras haber conseguido algunos retoques en los aspectos más duros de la reforma laboral. Por eso, con la excepción de un verde, el Gobierno pudo reunir todos los votos de sus diputados e incluso uno de la oposición que pudo venir de las filas democristianas (CDU / CSU) o de algún despistado que no falta en estos casos. La prueba del despiste se produjo ayer al contabilizar los votos, se mezclaron las papeletas en el escrutinio de dos votaciones y salieron más votos de los debidos. Esto obligó a repetir la votación en medio de la rechifla generalizada y el enfado de los diputados ya listos para salir en estampida hacia el fin de semana.

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Los recortes sociales previstos en la Agenda 2010 del Gobierno SPD-Verdes le salen muy caros en popularidad y al contabilizar los votos en las elecciones regionales parciales. Tras las de Baviera a fines de septiembre, se ha producido una pausa que dura hasta la próxima primavera, cuando se iniciará un maratón electoral. Por eso, el Gobierno está empeñado en liquidar las reformas con los dolorosos recortes antes de fin de año y tratar de que entre en vigor la reforma fiscal el 1 de enero y surta efecto la inyección de recursos en los bolsillos de los consumidores para tratar de sacar la economía del marasmo.

Schröder y el SPD pagan muy caro en cuotas de popularidad la tarea de reformar el Estado del bienestar alemán con recortes de prestaciones y derechos adquiridos a lo largo de muchos años de economía social de mercado y de aplicación del modelo del llamado capitalismo renano. El canciller lo experimentó en directo en su ciudad Hannover el pasado miércoles cuando los delegados al congreso del IG Metall le abuchearon de forma inmisericorde. El presidente del IG Metall, Jürgen Peters, ha advertido de que la alianza entre el SPD y los sindicatos se puede romper. La izquierda del SPD acusa a Schröder de hacer lo contrario de lo prometido en la campaña electoral. El canciller está convencido de su misión y apela ahora a la democracia cristiana (CDU / CSU) para que "no bloquee la modernización de Alemania".

Los democristianos se encuentran divididos entre partidarios de ayudar al Gobierno a sacar adelante las reformas y los que han olido la sangre del tigre herido y ven la oportunidad de darle el tiro de gracia. Los sondeos demoscópicos registran la caída constante en la popularidad del SPD y de Schröder. Si se votase mañana domingo, la empresa Emnid da al SPD un 27% de votos y un 11% a Los Verdes. La CDU / CSU, con un 49% de intención de voto, tendría mayoría absoluta de escaños en el Bundestag y no necesitaría el 6% de los liberales del FDP.

El canciller alemán, Gerhard Schröder, ayer, en el Bundestag.EFE

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