Tomeo define 'La mirada de la muñeca hinchable' como una "situación dramática prolongada"

La imagen de un hombre solitario acompañado en su casa por una muñeca hinchable puede ser de lo más devastadora; patética y cómica a la vez. Javier Tomeo (Quincena, Huesca, 1932) la ha utilizado en su última novela, que acaba de publicar Anagrama. La mirada de la muñeca hinchable es lo que Tomeo define como "una situación dramática prolongada".

En la novela aparecen esos personajes de Tomeo que se caracterizan por su papel de comentaristas extraños de todo lo que les rodea. La suya es una "visión esperpéntica y deformada de la realidad", que el escritor reconoce que se repite de ...

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La imagen de un hombre solitario acompañado en su casa por una muñeca hinchable puede ser de lo más devastadora; patética y cómica a la vez. Javier Tomeo (Quincena, Huesca, 1932) la ha utilizado en su última novela, que acaba de publicar Anagrama. La mirada de la muñeca hinchable es lo que Tomeo define como "una situación dramática prolongada".

En la novela aparecen esos personajes de Tomeo que se caracterizan por su papel de comentaristas extraños de todo lo que les rodea. La suya es una "visión esperpéntica y deformada de la realidad", que el escritor reconoce que se repite de una de sus obras a otra. Ser solitario y adaptado o inadaptado a su manera, Juan P., el protagonista, pasea por una ciudad cuyas calles tienen nombre de generales y mariscales. En sus andanzas está acompañado por Torcuato, su alter ego. Cuando está en casa, Juan P. enciende la televisión, cuyos contenidos comenta y critica en compañía de la muñeca. Es ésta "una televisión horrorosa que manipula a la gente". En la novela apunta también "contra el culto a la gastronomía mientras miles de personas se mueren de hambre y el gusto por el erotismo y la pornografía a ultranza".

¿Argumento? Tomeo asegura que en esta novela no lo hay. Claro que, especifica, "en el sentido de que no hay las situaciones que habría en un culebrón". "A mí, lo que me interesa es contar una historia, pero sin pasarme de rosca. Tiendo a la economía del lenguaje y a lograr una prosa sin oropeles porque creo que las palabras deben tener una luz interior y no hay que iluminarlas de fuera adentro", añade el autor de El castillo de la carta cifrada y Amado monstruo.

Todo esto le lleva a escribir obras cortas, lo que las hace particularmente adaptables para el teatro: "La novela es un género en crisis", afirma. "Su futuro", continúa, pasa por escribir "una novela ágil y rápida, con contenido pero fácil de digerir". Lejos de buscar la "distracción" del lector, Tomeo dice que él busca "concienciarle". "Cuidado, no quiero ser un Pepito Grillo. Para mí, concienciar es que el lector tome conciencia de un problema determinado".

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