ELECCIONES EN EE UU

Los hispanos emergen como una fuerza capaz de cambiar el rumbo electoral de EE UU

El 49% se declara simpatizante demócrata y un 19% es partidario de los republicanos

Desde que el New Deal de Franklin Delano Roosevelt catapultara al Partido Demócrata a la altura del Grand Old Party republicano, y 30 años después el movimiento de derechos civiles le diera un nuevo impulso, no había aparecido una fuerza social con el potencial de relanzarlo y, con ello, capaz de cambiar el rumbo político del país. Los más de 35 millones de hispanos de EE UU están en condiciones de convertirse en esa fuerza. Las elecciones del martes (Cámara de Representantes, un tercio del Senado y algunos gobernadores) pueden ser un gran paso adelante.

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Desde que el New Deal de Franklin Delano Roosevelt catapultara al Partido Demócrata a la altura del Grand Old Party republicano, y 30 años después el movimiento de derechos civiles le diera un nuevo impulso, no había aparecido una fuerza social con el potencial de relanzarlo y, con ello, capaz de cambiar el rumbo político del país. Los más de 35 millones de hispanos de EE UU están en condiciones de convertirse en esa fuerza. Las elecciones del martes (Cámara de Representantes, un tercio del Senado y algunos gobernadores) pueden ser un gran paso adelante.

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Su voto es decisivo en tres grandes Estados, California y Tejas -donde representan un tercio de la población-, y Florida, donde son un 19%. Pero también juegan un papel importante en otros seis: Arizona, Nuevo México, Illinois, Nevada, Nueva York y Nueva Jersey. Y pueden influir los resultados de Carolina de Norte, Georgia, Ohio y Arkansas, Estados en los que la presencia hispana ha crecido a ritmo vertiginoso en los últimos años.

El poder de la demografía ha convertido a los hispanos en el bloque de electores más codiciado de Estados Unidos. Los cortejan tanto demócratas como republicanos, y aunque no han entregado su lealtad a ninguno sintonizan mucho más con los demócratas y éstos a su vez tienen puesto su horizonte en el llamado latin boom, señalan los analistas.

En opinión de Roberto Suro, director del Pew Hispanic Center, los dos grandes partidos han despertado tardíamente al potencial electoral de los hispanos porque resulta difícil situarlos en una categoría concreta debido a su 'ambivalencia ideológica', especialmente acentuada por las recientes oleadas de inmigrantes.

Son progresistas en asuntos económicos, conservadores en los sociales -como el aborto o el divorcio- y al mismo tiempo favorecen el aumento de impuestos y del gasto público, posiciones que están tradicionalmente asociadas en EE UU con la plataforma demócrata.

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Un 49% se autodenomina demócrata, un 20% republicano y un 19% se considera independiente, según revela un sondeo a gran escala sobre preferencias políticas hispanas realizado por el Pew Center. Sin embargo los porcentajes varían dependiendo de las nacionalidades de origen de los hispanos. Los cubanos del sur de Florida votan casi al ciento por ciento por candidatos republicanos, mientras que los dominicanos se sitúan al otro extremo del espectro político; y los mexicanos y centroamericanos han matenido a través de los años un patrón de voto demócrata.

En lo que coinciden las tres cuartas partes de los hispanos de Estados Unidos, según una encuesta de New Democratic Network, es en querer 'acumular poder político', en lugar de limitarse a prestar su voto.

El explosivo crecimiento de la población hispana en la última década (un 58%) no se ha traducido sin embargo en representatividad política. A pesar de ser en términos demográficos proporcionalmente iguales a los negros, éstos cuentan con 39 escaños en la Cámara de Representantes del Congreso mientras que los hispanos sólo tienen 19, 17 de los cuales los ocupan demócratas (en todo Estados Unidos, tanto la Administración federal como en las estatales y municipales, el 90% de los hispanos con cargos políticos electos son demócratas).

En los comicios del martes se pronostica un aumento de tres o cuatro escaños hispanos en la Cámara de Representantes (sólo uno de ellos republicano), decenas más en las cámaras legislativas de los distintos Estados (mayoritariamente de demócratas), y al menos un gobernador demócrata en Nuevo México, subraya Sergio Bendixen, un analista que lleva observando las tendencias políticas hispanas desde hace más de una década.

Sin voz en el Senado

El Senado por el momento seguirá siendo un coto vedado, sólo se presenta un hispano, pero sin posibilidades de ganar.

Este año podría haber pasado a la historia como el de la conquista hispana del poder en Estados Unidos, pero un complejo sistema de redistribución de distritos del Congreso lo ha impedido. Ha sido, en opinión de los expertos, una calculada operación de resistencia a ceder terreno por parte de ambos partidos. 'Ha ocurrido porque prefieren proteger a sus titulares en el Congreso dividiendo al voto hispano, en lugar de crear nuevos distritos con una mayoría latina', afirma Bendixen.

Las organizaciones de alcance nacional como La Raza han reaccionado con campañas de movilización de votantes hispanos, porque sólo el 45% de los 22 millones con edad de votar está registrado.

A pesar de los obstáculos en la carrera por conquistar terreno político, los líderes hispanos opinan que como colectivo han avanzado bastante. Han dejado de ser un voto folclórico como en los tiempos -no lejanos- en que les organizaban campañas mariachis, con mítines al ritmo de corridos mexicanos y tacos con guacamole.

Una esquina de la localidad de Paterson (Nueva Jersey).GORKA LEJARCEGI

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