EL DEBATE DE LA EDUCACIÓN

Pancartas por los derechos de l@s niñ@s

'Todos tienen derecho a la educación, no sólo los niños de papá. Yo soy hija de obreros y sé lo que significa esta ley porque me he tenido que buscar la vida'. Ana María Astora acompañó ayer a su hija a la manifestación de Madrid. A la chica, estudiante, tampoco le gustaba la reforma porque 'deja poco dinero para la enseñanza pública'. Las dos bailoteaban al ritmo de la música que salía de los altavoces.

La protesta en la capital partió de la plaza de Colón en larga hilera hasta el Ministerio de Educación. Las pancartas de los sindicatos copaban el primer gran tramo de la protesta. 'No ...

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'Todos tienen derecho a la educación, no sólo los niños de papá. Yo soy hija de obreros y sé lo que significa esta ley porque me he tenido que buscar la vida'. Ana María Astora acompañó ayer a su hija a la manifestación de Madrid. A la chica, estudiante, tampoco le gustaba la reforma porque 'deja poco dinero para la enseñanza pública'. Las dos bailoteaban al ritmo de la música que salía de los altavoces.

La protesta en la capital partió de la plaza de Colón en larga hilera hasta el Ministerio de Educación. Las pancartas de los sindicatos copaban el primer gran tramo de la protesta. 'No a la ley del Castillo', rezaban. Al lado ondeaban cientos de banderas rojiblancas. Detrás, los estudiantes alargaban la cola coreando las consignas ya repetidas en otras ocasiones: 'Los hijos del obrero a la universidad', 'Pilar del Castillo, hija del caudillo'.

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Cuando la cabecera llegó a las puertas del ministerio la cola de la manifestación todavía estaba en la línea de partida. En medio, la educación infantil estaba bien representada: las maestras habían elaborado sus propias pancartas, con globos y colores que pedían el reconocimiento de los 'derechos de l@s niñ@s'.

El sol lució intenso durante el trayecto, flanqueado por los policías, pero los estudiantes no se arredraron. 'Bote, bote, bote, ministra el que no bote', retumbaba el asfalto.

'Hay mucha gente', se repetían unos y otros, pero nadie se ponía de acuerdo en las cifras. 'Mira, es [Carlos] Mayor Oreja, el consejero de Madrid', cuchichearon algunos señalando una ventana. En otro balcón, una mujer se quejaba de las protestas del gentío.

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