Fernando Delgado regresa a su Tenerife natal en su nueva novela

El escritor y periodista Fernando Delgado ha recurrido a su Tenerife natal como metáfora de la isla que constituye cada persona, desconocida en realidad para todos los demás, especialmente para los seres más cercanos, y eligió otra isla imaginaria (el Teide, rodeado por el inmenso cráter de Las Cañadas) para dar a conocer su último trabajo Isla sin mar.

La novela desentraña los primeros 18 años de Amadora, ese mundo que nadie conoce excepto ella misma. De hecho, llega a afirmar que nació con esa edad al llegar a La Palma desde Venezuela. Su nieto Tristán se obsesiona en la búsque...

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El escritor y periodista Fernando Delgado ha recurrido a su Tenerife natal como metáfora de la isla que constituye cada persona, desconocida en realidad para todos los demás, especialmente para los seres más cercanos, y eligió otra isla imaginaria (el Teide, rodeado por el inmenso cráter de Las Cañadas) para dar a conocer su último trabajo Isla sin mar.

La novela desentraña los primeros 18 años de Amadora, ese mundo que nadie conoce excepto ella misma. De hecho, llega a afirmar que nació con esa edad al llegar a La Palma desde Venezuela. Su nieto Tristán se obsesiona en la búsqueda de lo que ocurrió en ese periodo oculto, las pasiones vividas y el trágico desenlace de su historia de amor, además de desentrañar el enigma por el que su bisabuelo, llamado como él, murió dos veces ahogado. Para ello, el joven viaja a un pueblo de la isla de Tenerife, donde cree encontrar el comienzo de la historia hace más de un siglo atrás y donde se desarrolla buena parte de la trama, hasta que la propia Amadora termina por revelarle toda la verdad.

El autor explicó que en esta novela 'se trabaja con la memoria y el olvido, en aquello en que son diferentes y en lo que se complementan; de hecho, el olvido puede ser el Guadiana de la memoria, que aparece y desaparece para construir la realidad que más nos conviene a cada uno en cada momento'.

Viajes imaginarios

Fernando Delgado recurre a aviones, barcos, coches, zapatos y pies para hacer posible 'los viajes imaginarios de nieto y abuela' en un relato plagado de personajes rurales que se reflejan tal cual son en realidad, con la ironía y 'socarronería tan propia de los campesinos gallegos y canarios', que, con frecuencia, suelen recurrir al famoso dicho 'si le digo, le miento' para eludir las preguntas más comprometidas. Delgado entiende que su octava novela supone 'un paso nuevo' en su trayectoria literaria, quizás más relacionado con No estabas en el cielo, aunque dejó para la crítica la labor de certificarlo así en las próximas semanas.

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