Bush consigue los poderes especiales para negociar acuerdos comerciales con otros países

El Senado ha entregado a George W. Bush lo que le negó a Bill Clinton en sus ocho años de mandato: autoridad para negociar acuerdos comerciales internacionales. La Casa Blanca ha luchado siempre por conseguir la renovación de la Ley sobre Autoridad de Renovación Comercial, conocida como fast-track (vía rápida), que da poderes al Gobierno en la negociación de tratados con otros países. La victoria legislativa, pendiente sólo de un acuerdo bicameral que sancione el texto, permite a Bush seguir adelante con su proyecto de creación de un mercado libre formado por decenas de países.

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El Senado ha entregado a George W. Bush lo que le negó a Bill Clinton en sus ocho años de mandato: autoridad para negociar acuerdos comerciales internacionales. La Casa Blanca ha luchado siempre por conseguir la renovación de la Ley sobre Autoridad de Renovación Comercial, conocida como fast-track (vía rápida), que da poderes al Gobierno en la negociación de tratados con otros países. La victoria legislativa, pendiente sólo de un acuerdo bicameral que sancione el texto, permite a Bush seguir adelante con su proyecto de creación de un mercado libre formado por decenas de países.

La Casa Blanca siempre ha lamentado su incapacidad para negociar acuerdos comerciales: los otros países se niegan a dialogar con el presidente de turno de EE UU porque saben que cualquier tratado puede ser luego retocado por el Congreso. El fast-track es el mecanismo legislativo con el que el Congreso cede temporalmente parte de su poder y se compromete a no enmendar los tratados a los que llegue el presidente; puede aprobarlos o rechazarlos, pero no modificarlos.

Gerald Ford consiguió en 1974 la primera ley sobre Autoridad de Renovación Comercial. A lo largo de los años, el mandato del Congreso se fue renovando y llegó a servir para la creación de la zona NAFTA e incluso para fomentar los pactos que permitieron el nacimiento de la OMC. Sin embargo, el Congreso le negó a Clinton la renovación en 1994 por presiones sindicales y medioambientales.

Los defensores de la ley aseguran que aquélla fue una decisión desastrosa, que provocó el aislamiento de algunos sectores comerciales de EE UU. Desde esa fecha se citan ejemplos paradójicos: los Burger King en Chile importan las patatas de Canadá porque estos dos países tienen firmado un acuerdo comercial; sin embargo, los presidentes de EE UU han sido incapaces de negociar un acuerdo similar que reduzca los aranceles de los productos made in USA.

Doce millones de estadounidenses (uno de cada 10 trabajadores) dependen de las exportaciones. Según Thomas Donohue, presiente de la Cámara de Comercio de EE UU, 'cada día que pasaba sin que el Gobierno no tuviera la capacidad de negociar se perdían trabajos en EE UU'. Justo lo contrario está en la mente de John Sweeney, presidente de la AFLO, la principal organización sindical del país, para quien el acuerdo 'antepone los intereses empresariales frente a los derechos de los trabajadores'.

La aprobación del Senado por 66 votos contra 30 permite negociar un acuerdo con la Cámara de Representantes; ambas cámaras tendrán que someter a votación el texto consensuado. Desde Europa, Bush agradeció el resultado de la votación y aseguró que es 'un paso decisivo para hacer avanzar la agenda comercial y refortalecer la economía de EE UU'. En la mente de Bush está el proyecto de ampliar la zona de libre comercio mucho más allá de México y Canadá: quiere incorporar hasta 31 países antes de que acabe su mandato presidencial, en el año 2005.

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