El Gobierno de Berlusconi discute cómo ayudar al grupo de Agnelli

El Gobierno de Silvio Berlusconi ha prometido estudiar el caso Fiat a fondo, aunque el escaso crecimiento económico registrado en el primer trimestre del año (un 0,1%), y la falta de liquidez en las arcas del Tesoro, no le colocan en la mejor situación para atender las necesidades del grupo. Tampoco hay unanimidad en el Ejecutivo italiano a la hora de abordar el problema de un grupo que, bajo la presidencia honoraria de Giovanni Agnelli, tiene grandes repercusiones materiales y hasta psicológicas en la economía nacional.

Los pactos asumidos con la UE vetan la posibilidad de ofrecer subv...

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El Gobierno de Silvio Berlusconi ha prometido estudiar el caso Fiat a fondo, aunque el escaso crecimiento económico registrado en el primer trimestre del año (un 0,1%), y la falta de liquidez en las arcas del Tesoro, no le colocan en la mejor situación para atender las necesidades del grupo. Tampoco hay unanimidad en el Ejecutivo italiano a la hora de abordar el problema de un grupo que, bajo la presidencia honoraria de Giovanni Agnelli, tiene grandes repercusiones materiales y hasta psicológicas en la economía nacional.

Los pactos asumidos con la UE vetan la posibilidad de ofrecer subvenciones a la modernización del parque automovilístico italiano, de las que ha disfrutado Fiat repetidas veces en los últimos años. Políticos y sindicalistas coinciden, esta vez, en rechazar este tipo de subvenciones encubiertas porque, como declaró el líder del sindicato UIL, Lucio Angeletti, 'en el pasado sólo han servido para favorecer las ventas de otras marcas de coches'.

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El número dos del Ministerio de Economía, Mario Baldassarri, se ha declarado contrario a arbitrar ayudas a un 'grupo privado' y de la misma opinión es la Liga Norte que no oculta su escasa simpatía por los Agnelli.

Reducir costes

Al margen de las ayudas que puedan o no recibir del Gobierno, el consejero delegado del grupo Paolo Cantarella intentó tranquilizar los ánimos asegurando que la fábrica histórica de Mirafiori, en Turín - inaugurada en los años treinta por el mismísimo Benito Mussolini-, seguirá siendo operativa en la producción. Sin embargo, Cantarella dejó claro que el grupo tendrá que utilizar todos los 'instrumentos de flexibilidad' en sus manos, 'para reducir los costes, privilegiando las fábricas donde se dan las condiciones más favorables'.

Las líneas maestras de este plan de reajuste, presentado la pasada semana a los accionistas, analistas y al Gobierno italiano, despertaron la preocupación de sindicatos y políticos.

De momento, frena la producción de varios modelos de coche en Turín, tres semanas de junio, dejando en sus casas a unos 10.000 trabajadores. Al mismo tiempo se dispone a acelerar la venta de las controladas Teksid y Comau, mientras ha anunciado ya que la 'joya' del grupo, la Ferrari, saldrá a Bolsa después del verano, procurando unos ingresos inmediatos de unos 750 millones de euros.

A la asamblea faltó por primera vez el presidente honorario y nieto del fundador de Fiat, Giovanni Agnelli, que se encuentra en Estados Unidos para someterse a un tratamiento médico, lo que ha sido interpretado como una metáfora más del declive del grupo, que se ha depreciado un 50% en los últimos 12 meses, en Bolsa.

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