Miliki presenta su libro 'Mar y Pino', un alegato en favor de la solidaridad

Entró en la sala donde iba a presentar a la prensa su libro gritando '¿cómo están ustedes?' y, en ese momento, ya el escritor Emilio Aragón (padre) se identificó a sí mismo con uno de los payasos más populares de la historia española: Miliki. Más tarde, y en una intervención que no se acostumbra en este tipo de actos, un periodista no dudó en darle las 'gracias por la infancia que nos dio'.

Pero él estaba allí para presentar su libro, Mar y Pino, que ha editado Alfaguara Juvenil en su colección Alfaguay, con ilustraciones de José Carlos Carmona. A pesar de que lleva muy a gala ll...

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Entró en la sala donde iba a presentar a la prensa su libro gritando '¿cómo están ustedes?' y, en ese momento, ya el escritor Emilio Aragón (padre) se identificó a sí mismo con uno de los payasos más populares de la historia española: Miliki. Más tarde, y en una intervención que no se acostumbra en este tipo de actos, un periodista no dudó en darle las 'gracias por la infancia que nos dio'.

Pero él estaba allí para presentar su libro, Mar y Pino, que ha editado Alfaguara Juvenil en su colección Alfaguay, con ilustraciones de José Carlos Carmona. A pesar de que lleva muy a gala llamarse Emilio Aragón (y ahora también está feliz de que su hijo le iguale en popularidad con el mismo nombre), el libro lo ha firmado con su nombre de guerra. Mar y Pino es un relato en el que dos jóvenes viven (en Castro Urdiales) aventuras sin cuento, en las que se desliza una moraleja: la solidaridad y la bondad jamás dejarán de tener sitio entre los hombres, y los jóvenes deben aprender esas virtudes.

Está muy feliz ante la perspectiva de que este libro, que se puede leer desde los siete años, llegue a gente que tiene más de treinta. Él mismo se considera un hombre ilusionado de 25 años pese a superar los setenta.

No siempre se sintió Miliki tan feliz en relación a la vida de los niños en el mundo. Cuando fue embajador de Unicef pudo comprobar la miseria en la que viven millones de muchachos en Asia y en África, especialmente. Y reclamó atención para ellos, a los que es más difícil hacer reír que a los adultos. La televisión (que ignora a los niños y sirve violencia) también se llevó su reprimenda: 'Es que los niños no dan votos'.

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