Tres historias, un mismo problema

Centroamérica lucha por que el destino de las inversiones vaya en los próximos años más allá de la construcción de escuelas

Insuficiente cobertura, bajas tasas de escolaridad, retraso escolar, absentismo y deserción, elevados índices de analfabetismo y grandes diferencias entre campo y ciudad son los rasgos más característicos del estado de la educación en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. La pobreza de la mayoría de la población de estos países centroamericanos está íntimamente ligada a la deficiente educación.

Diversas ONG españolas organizan programas de cooperación con estos países. Sólo entre Educación sin Fronteras, Ayuda en Acción, Cáritas, Manos Unidas, Entreculturas y Cruz Roja realizan 104 progra...

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Insuficiente cobertura, bajas tasas de escolaridad, retraso escolar, absentismo y deserción, elevados índices de analfabetismo y grandes diferencias entre campo y ciudad son los rasgos más característicos del estado de la educación en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. La pobreza de la mayoría de la población de estos países centroamericanos está íntimamente ligada a la deficiente educación.

Diversas ONG españolas organizan programas de cooperación con estos países. Sólo entre Educación sin Fronteras, Ayuda en Acción, Cáritas, Manos Unidas, Entreculturas y Cruz Roja realizan 104 programas. Ésta es la descripción de la situación de la educación en estos tres representativos países de Centroamérica contada a partir de tres historias:

- Guatemala. 'To shine, to shine? Lustre, gringo?', pregunta con insistencia Manuel. Tiene 12 años y es limpiabotas. 'Son sólo tres quetzales; bueno, dos', regatea consigo mismo. Sucio y harapiento, Manuel recorre las tórridas calles de Panajachel -turística localidad guatemalteca situada junto al lago Atitlán, el más bello del mundo, según los entendidos- a la caza de clientes. De sol a sol. Harto quizás de que hoy no sea un buen día para el negocio, decide sentarse sobre su caja de madera. Toma una hoja escrita y lee en voz alta, con lentitud y dificultad.

En Guatemala es habitual que los niños abandonen a edad temprana la escuela para trabajar o ayudar a la familia en el hogar o el campo. Otros muchos ni siquiera la inician. La falta de unos recursos mínimos de sus familias (en Guatemala el 84% vive en condiciones de pobreza: de éstos, el 40% sobrevive con menos de 0,80 euros diarios) para comprar el uniforme o pagar las matrículas los alejan de la escuela.

Desde mediados del siglo XX, los gobiernos guatemaltecos han estado más obsesionados por la inversión en infraestructuras que por la formación de capital humano. Tras la firma de los Acuerdos de Paz en 1996 se puso en marcha el Proyecto Nacional de Educación Programa Nacional de Autogestión para el Desarrollo Educativo (Pronade). Dentro de este proyecto se crearon los Comités de Educación de Padres (Coeduca): son los padres quienes eligen al maestro, controlan su asistencia a clase (el nivel de absentismo es altísimo) y lo despiden si no están de acuerdo con su método de trabajo o su actitud.

Guatemala ha asignado por ley constitucional entre el 3% y el 5% de los gastos corrientes del Estado a la Universidad de San Carlos (pública). La educación primaria y secundaria carece de este reconocimiento. Además, en Guatemala se hablan 25 lenguas diferentes; 22 corresponden a lenguas mayas, a las que se añaden el xinca, el garífuna y el castellano.

- El Salvador. Sebastiana Funes tiene 57 años. Es partera. Vive en La Loma, una pequeña aldea situada a apenas una hora de San Salvador, la capital del Pulgarcito de América. Sebastiana tiene los hijos ya grandes. No van a la escuela. Sin embargo, su pequeña casa de adobe (con tres habitaciones de unos diez metros cuadrados cada una) se llena cada día con 30 niños. Sebastiana y su marido han cedido un cuarto y la cocina para que los pequeños de la aldea puedan recibir al menos alguna educación básica.

En esta comunidad rural, la gente tiene escasos recursos, y los 18 euros que cada familia tiene que abonar por matricular a sus hijos en la escuela supone un gran esfuerzo. Es un problema común en todo el país. Dalila, la maestra, ha comprado con su sueldo el escaso material de que disfrutan los alumnos. Dalila trabaja por la mañana en otra escuela.

El caso de esta comunidad quizás sea extremo en El Salvador. La cuantiosa inversión en infraestructuras educativas (procedentente mayoritariamente de organismos internacionales) acontecida tras la firma de los Acuerdos de Paz en 1992 ha permitido mejorar este aspecto. El programa Educo -que tiene como objetivos principales ampliar el acceso a la educación básica en las zonas rurales y la participación de las familias en la educación de sus hijos- y la reforma educativa realizada han permitido algunos avances.

En las zonas rurales y las marginales de las ciudades, sobre todo de la capital, es donde los problemas son más acentuados. Un estudio de Unicef señala el 31% de los escolares del campo y los suburbios no asistía a clase en 1998 debido principalmente a la escasez de recursos de las familias o a que tenían que trabajar.

El notorio incremento presupuestario (se ha multiplicado casi por cuatro desde comienzos de la década de los noventa, aunque la población también ha crecido) y los diferentes programas del Ministerio de Educación han permitido mejorar bastante los índices de cobertura. Pero hay otras mejoras pendientes, como de la formación del profesorado y de la calidad educativa.

- Nicaragua. El autobús que lleva a Managua, la capital de Nicaragua, desde Ocotal, en la frontera con Honduras, sobrepasa con creces su capacidad. A cada parada, decenas de pequeños vendedores entran en singular procesión cantando su particular letanía: 'Aguas, frescos'; 'rosquillas, ricas rosquillas'; 'prensa, la prensa'; 'Elote, elote caliente a dos córdobas'. La imagen se repite en toda Centroamérica.

Juan, de 10 años, viaja en el autobús junto a su madre y su hermana pequeña. Estudia 2º grado en Managua. 'Quiere ir a vender, pero yo le digo que primero tiene que acabar la escuela', explica su madre, que acaba de finalizar un curso de alfabetización de adultos. Dos décadas han sido suficientes para echar por tierra todo el esfuerzo que supuso la Cruzada Nacional de Alfabetización.

De la mano del sacerdote jesuita Fernando Cardenal, más de 100.000 brigadistas, nicaragüenses y extranjeros, recorrieron todos los rincones del país, sobre todo en el campo, en la montaña, durante cinco meses de 1980. Se desarrolló una educación que combinaba pedagogía y educación. Hasta el triunfo de la revolución sandinista en 1979, más del 50% de la población (unas 800.000 personas) no sabían leer y escribir ni sumar y restar. Al concluir esa campaña, el analfabetismo se redujo al 13%. Hoy, el analfabetismo alcanza al 32% de los mayores de 15 años.

Isidro y Elisabeth estaban entonces en la universidad y participaron en aquella campaña, 'pero no como una obligación', puntualiza Elisabeth, que ahora coordina en Managua el Programa de Alfabetización y Educación Básica de Adultos. Esta iniciativa, financiada por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) con la colaboración de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), se inserta dentro del plan de educación del Gobierno nicaragüense que se inició en 1996 y concluirá en 2003. Según los responsables del programa, el analfabetismo se ha reducido en un 4%.

Las inversiones en educación en Nicaragua, como en el resto de países centroamericanos, se han destinado en los últimos años esencialmente a cubrir la construcción de escuelas. La escasa asistencia, el retraso escolar, el absentismo, la poca formación y escasos salarios y la mala calidad de la educación son las principales asignaturas pendientes. Además, las nuevas tecnologías están abriendo nuevas brechas significativas entre estas sociedades y los países más desarrollados.

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