Crítica:

La escuela como semilla de la nación

Carolyn Boyd es una historiadora norteamericana, conocida sobre todo por un libro en el que, alrededor de la toma del poder por Primo de Rivera, debatía con gran solvencia el tema del militarismo en la política española contemporánea. Esta segunda obra versa, de nuevo, sobre temas más amplios de lo que constituye el núcleo central de su investigación. En principio, es un estudio sobre los libros escolares, y aun dentro de éstos sólo sobre los que tratan de la historia nacional. Si sólo fuera eso ya sería mucho, porque ha realizado una amplísima recogida de material, a partir de centenares de m...

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Carolyn Boyd es una historiadora norteamericana, conocida sobre todo por un libro en el que, alrededor de la toma del poder por Primo de Rivera, debatía con gran solvencia el tema del militarismo en la política española contemporánea. Esta segunda obra versa, de nuevo, sobre temas más amplios de lo que constituye el núcleo central de su investigación. En principio, es un estudio sobre los libros escolares, y aun dentro de éstos sólo sobre los que tratan de la historia nacional. Si sólo fuera eso ya sería mucho, porque ha realizado una amplísima recogida de material, a partir de centenares de manuales escolares. Pero es que, en realidad, aborda la magna cuestión del proceso nacionalizador en España. No en vano, las escuelas primarias se llamaron 'nacionales'. Y es curioso que haya pasado relativamente desapercibido un libro como éste (quizá por haber aparecido en una editorial poco conocida; que, por cierto, presenta una versión española excepcionalmente cuidadosa y elegante), ya que se inserta en la interminable polémica sobre el sistema educativo español, cuyo momento dramático más reciente se ha desarrollado precisamente en los últimos años, alrededor de las enseñanzas de historia patrocinadas por las comunidades autónomas.

HISTORIA PATRIA. POLÍTICA, HISTORIA E IDENTIDAD NACIONAL EN ESPAÑA, 1875-1975

Carolyn Boyd. Ediciones Pomares-Corredo Barcelona, 2000 399 páginas. 21 euros

Tampoco el periodo que cubre el libro de Carolyn Boyd se limita a lo que dice su título. En teoría, abarca 1875-1975, un siglo redondo, cuyo comienzo y final corresponden a giros políticos de gran calado, pero que no son fechas significativas en relación con el tema educativo. De ahí que la fecha real que abre este estudio sea 1857, año de la ley moyano, primer gran plan de educación aprobado en la era liberal. Se estableció allí un sistema centralizado, con tres niveles, cuyas líneas básicas perduraron durante más de cien años, es decir, durante todo el periodo aquí estudiado. Pero, al menos hasta el final del siglo XIX, el fracaso de aquel sistema fue espectacular, al dejar la financiación escolar en manos de las administraciones locales. El examen generalizado de conciencia a que dio lugar la fatídica fecha de 1898 airearía las terribles estadísticas de analfabetismo y falta de escolarización a que había conducido aquel descuido político. A todo este conjunto de problemas dedica esta autora el primer capítulo de su estudio.

Se interna a continuación

Boyd por los debates sobre la reforma educativa surgidos en el ambiente regeneracionista posterior a 1898. Fueron los años de la pugna entre liberales y conservadores, tan entreverada con el problema del anticlericalismo. Tras ellos, la autora dedica la parte central de su obra a contraponer las versiones de la historia ofrecidas por liberales -centrada en la unidad y la independencia de 'España'- y conservadores -que articulaban el ente nacional alrededor de la religiosidad-. Como concluye con buen juicio, en aquel pulso resultó perdedora la versión liberal, 'no porque se basara en una ficción, sino porque (el Estado) renunció a potenciar aquella ficción de modo agresivo, temiendo más las consecuencias de una movilización política que la ofensiva cultural lanzada por sus enemigos'. Al no luchar 'por las mentes y los corazones de los jóvenes de clase media, el Estado liberal se quedaría sin defensores cuando el general Primo de Rivera se alzara contra él en 1923'.

La última parte de la obra se dedica a los impulsos educativos dados por Primo de Rivera, la Segunda República y el franquismo. En relación con este último, Boyd denomina 'historia como terapia' a la enseñanza de la posguerra, que combinaba la represión, la censura y el aislamiento frente a la modernidad con el deseo falangista de moldear la mente y, sobre todo, el carácter de las nuevas generaciones alrededor de mitos emocionales de raíz romántica; mientras que en el último franquismo dominaría la 'historia como amnesia', el retroceso en el entusiasmo fascista y la sucesión de reformas técnicas asépticas, en las que se abrían tímidamente camino los valores cívicos y la conciencia social.

Entremezclado con el tema escolar y el análisis de los textos de historia, el libro contiene páginas que versan sobre la universidad, la institución libre de enseñanza, la renovación historiográfica preconizada por Rafael de Altamira o las polémicas intelectuales entre Américo Castro y Sánchez Albornoz o entre Laín y Calvo Serer sobre el 'ser de España'. Aquí reside quizá un problema de este, por otra parte, estupendo estudio: que mezcla terrenos demasiado diversos. La universidad constituía un problema de naturaleza distinta a la enseñanza primaria, aunque sólo fuera porque la Iglesia, justamente desde la época inicial de este estudio, renunció a dominarla. Y Boyd dedica demasiado poco espacio a la institución libre de enseñanza o a las polémicas intelectuales del siglo XX como para añadir algo no conocido; aunque siempre, eso sí, trate los temas con gran equilibrio y conocimiento de causa.

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