Editorial:

Cerdos de reclamo

El anuncio simultáneo de dos multinacionales de biotecnología de que han obtenido cerdos modificados genéticamente para evitar el rechazo de sus órganos trasplantados a personas responde a una estrategia comercial de cara a un mercado todavía lejano pero potencialmente lucrativo, como viene sucediendo también con los anuncios relativos a la clonación y a las células madre. El atractivo de la novedad se utiliza como un reclamo para dar más valor a la empresa de que se trate y asegurarle el futuro en un campo innovador de alto riesgo.

Los usos y costumbres del mundo científico, sin el cua...

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El anuncio simultáneo de dos multinacionales de biotecnología de que han obtenido cerdos modificados genéticamente para evitar el rechazo de sus órganos trasplantados a personas responde a una estrategia comercial de cara a un mercado todavía lejano pero potencialmente lucrativo, como viene sucediendo también con los anuncios relativos a la clonación y a las células madre. El atractivo de la novedad se utiliza como un reclamo para dar más valor a la empresa de que se trate y asegurarle el futuro en un campo innovador de alto riesgo.

Los usos y costumbres del mundo científico, sin el cual no se producirían estos avances, chocan continuamente con esta situación, en la que el objetivo es convencer a los inversores y accionistas, ajenos a este mundo. En el caso de los cerdos clonados y transgénicos, una empresa siguió el método aceptado de contrastación y publicación en una revista científica de prestigio, mientras que la otra se adelantó por un día con un mero anuncio público todavía por contrastar.

En este marco de competencia y secreto, para las personas que puedan necesitar en el futuro un trasplante, los nuevos cerdos transgénicos no representan una solución en sí mismos, sino sólo un paso más en el largo camino de experimentación en xenotrasplantes iniciado hace ya mucho tiempo, que no se debe interrumpir, pero cuyo final está todavía muy lejano. Los especialistas se han apresurado a resaltar que es más adecuado fomentar la donación de órganos humanos que centrar las esperanzas en todavía hipotéticos trasplantes de órganos de animales. Indudablemente tienen razón, y la educación de la sociedad es fundamental. Sin embargo, los animales, modificados o no para evitar el rechazo, pueden llegar a ser no sólo el origen relativamente cómodo y barato de los órganos ahora trasplantables (como el hígado o el corazón), sino también fuente de células madre y tejidos derivados de ellas que sirvan para tratar enfermedades tan extendidas en el mundo desarrollado como la diabetes. Es este mercado aún difuso y lejano, pero muy atractivo, el que mueve a las empresas que anuncian sus cerdos como quien anuncia la aspirina.

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