El fiscal general quiere infiltrar agentes del FBI en las mezquitas

El fiscal general de EE UU, John Ashcroft, trata de sacar adelante un plan para vigilar a grupos religiosos y políticos en lo que, según los críticos, constituiría un paso sumamente peligroso en el proceso de recorte de libertades civiles en aras de la defensa antiterrorista. Ashcroft pretende infiltrar agentes del FBI en mezquitas y organizaciones islámicas con la excusa de vigilar posibles actividades terroristas; su propuesta quiere imponer esa vigilancia aunque no existan ni pruebas ni sospechas. Ashcroft defiende su cruzada con citas bíblicas.

Hay planes que prometen alimentar aún ...

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El fiscal general de EE UU, John Ashcroft, trata de sacar adelante un plan para vigilar a grupos religiosos y políticos en lo que, según los críticos, constituiría un paso sumamente peligroso en el proceso de recorte de libertades civiles en aras de la defensa antiterrorista. Ashcroft pretende infiltrar agentes del FBI en mezquitas y organizaciones islámicas con la excusa de vigilar posibles actividades terroristas; su propuesta quiere imponer esa vigilancia aunque no existan ni pruebas ni sospechas. Ashcroft defiende su cruzada con citas bíblicas.

Hay planes que prometen alimentar aún más el debate sobre lo que está dispuesto a hacer el Gobierno de EE UU en su lucha contra el terrorismo. Por un lado, varios senadores estudian modificaciones en las leyes sobre investigaciones a extranjeros (que datan de 1978) para que los agentes federales puedan conseguir permisos de vigilancia con menos rigor judicial del que se exige ahora. Si los cambios se aceptan, el FBI podrá conseguir un permiso judicial para interceptar las comunicaciones de individuos incluso si no se conoce ni la identidad del sospechoso ni sus números de teléfono. En la práctica, un permiso tan poco concreto permite a la agencia barrer teléfonos y comunicaciones a discreción.

Algunos miembros del Comité de Inteligencia del Senado también quieren que se pueda investigar a cualquier extranjero sospechoso con la misma normativa que se aplica en las investigaciones a personas sospechosas de espionaje o contraespionaje, es decir, los casos de extrema gravedad en los que los jueces dan a la CIA y al FBI permiso para hacer prácticamente lo que quieran.

Sin embargo, la propuesta más controvertida parte del propio Ashcroft. El fiscal general pretende eliminar una de las normas más esenciales de protección de las libertades civiles: quiere infiltrar a agentes en grupos religiosos y políticos.

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