La CIA perdió el 11-S su principal oficina secreta en la Costa Este

La agencia tenía un centro de espionaje en el World Trade Center

En su puerta figuraba el nombre de otra agencia federal, pero detrás se escondía uno de los centros de operaciones más importantes de la CIA en la Costa Este de Estados Unidos. Estaba en el número 4 del World Trade Center, ahora es tan sólo un montón de escombros donde yacen miles de documentos confidenciales que equipos especiales están tratando de recuperar. A medida que avanzan las obras, las Torres Gemelas van desvelando sus secretos.

Sus kilómetros de sótanos albergaban desde reservas de oro, material de los servicios secretos y cientos de armas requisadas por las aduanas. Ya se sa...

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En su puerta figuraba el nombre de otra agencia federal, pero detrás se escondía uno de los centros de operaciones más importantes de la CIA en la Costa Este de Estados Unidos. Estaba en el número 4 del World Trade Center, ahora es tan sólo un montón de escombros donde yacen miles de documentos confidenciales que equipos especiales están tratando de recuperar. A medida que avanzan las obras, las Torres Gemelas van desvelando sus secretos.

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Sus kilómetros de sótanos albergaban desde reservas de oro, material de los servicios secretos y cientos de armas requisadas por las aduanas. Ya se sabía que la CIA tenía una oficina en el World Trade Center, lo que se ignoraba era su importancia. El centro se dedicaba esencialmente a espiar a diplomáticos extranjeros, sobre todo rusos, personal de la ONU y empresarios, informó ayer The New York Times. Algunos de sus agentes se hacían pasar por funcionarios de Naciones Unidas u hombres de negocios para llevar a cabo sus misiones. Era el despacho más grande del servicio de inteligencia fuera de su sede en Washington.

Como todo lo que concierne a la CIA, no hay datos seguros. El edificio fue evacuado después del segundo impacto y se cree que la mayoría de los archivos pudieron ser destruidos a tiempo, pero aun así, equipos especiales han intentado recuperar desde el pasado 11 de septiembre lo que pudo quedar.

El servicio de inteligencia ha aprendido de pasados errores. En 1979, la toma de la Embajada norteamericana en Irán fue tan rápida que la CIA no tuvo tiempo de deshacerse de muchos archivos, que cayeron en manos de los iraníes. Desde entonces, la agencia ha entrenado especialmente a su personal para que no vuelva a repetirse un incidente similar.

Ahora, la CIA en NuevaYork comparte despacho con la misión norteamericana en Naciones Unidas, situada frente al emblemático edificio de la organización internacional, a orillas del East River. La mudanza complica lo que ya son serios problemas de eficacia. Muchos han acusado a la agencia de no haber sabido anticipar un ataque como el del 11 de septiembre. Hace unos años la CIA sufrió otro aluvión de críticas cuando no consiguió enterarse de los ensayos nucleares de India y Pakistán.

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Las nuevas circunstancias la han obligado a cambiar algunos de sus principios más sagrados. Un reciente proyecto de ley, amparado por la nueva legislación antiterrorista aprobada por el presidente norteamericano, George W. Bush, la obligará, junto con el FBI, a compartir su información con las policías locales. A menudo la descoordinación entre las distintas agencias federales y las autoridades de cada Estado han sembrado el caos en investigaciones importantes.

La CIA también se ha visto obligada a colaborar con los servicios de inteligencia de países que Estados Unidos sigue considerando como naciones parias que amparan el terrorismo. Es el caso de Sudán y Siria. The New York Times informó hace unos días de que varios responsables de la CIA habían viajado a Damasco para recabar información sobre la red de Osama Bin Laden.

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