Los talibanes esconden sus baterías antiaéreas en los barrios de Kabul y junto a las mezquitas

Las víctimas civiles van a aumentar tras la estrategia de los talibanes de esconder sus baterías antiaéreas en barrios de Kabul. Este periódico ha tenido acceso al testimonio de un testigo directo de esas prácticas. 'La noche pasada ha sido la más peligrosa que he visto nunca', cuenta un residente de la capital afgana en un mensaje enviado a escondidas fuera de Afganistán. 'Ahora por las noches nuestros amigos se colocan entre las casas, detrás de las mezquitas, en zonas donde viven civiles, y desde allí disparan sus armas antiaéreas a los aviones'.

Nuestros amigos son, ob...

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Las víctimas civiles van a aumentar tras la estrategia de los talibanes de esconder sus baterías antiaéreas en barrios de Kabul. Este periódico ha tenido acceso al testimonio de un testigo directo de esas prácticas. 'La noche pasada ha sido la más peligrosa que he visto nunca', cuenta un residente de la capital afgana en un mensaje enviado a escondidas fuera de Afganistán. 'Ahora por las noches nuestros amigos se colocan entre las casas, detrás de las mezquitas, en zonas donde viven civiles, y desde allí disparan sus armas antiaéreas a los aviones'.

Nuestros amigos son, obviamente, los talibanes. 'Los civiles no pueden decirles nada', manifiesta impotente, después de haber constatado dos días antes, la noche del viernes 12, que varias personas murieron y cuatro casas resultaron destruidas cuando un bombardero respondió a una de esas ametralladoras antiaéreas montadas sobre una camioneta con la caja descubierta.

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'Cuando llega la noche parece que llega el desastre', prosigue el improvisado corresponsal de Kabul. 'La gente trata de llegar a sus casas lo más pronto posible', continúa en medio de la angustia de que alguien descubra que sigue en contacto con el exterior. 'Los talibanes han amenazado con la muerte a quien utilice teléfonos satélite o equipos de radio. Ahora mismo, mientras escribo esta carta, un avión ha bombardeado algún sitio aquí en Kabul'.

El mensaje está fechado el 14 de octubre y es uno de los escasos testimonios no controlados que aún salen de Afganistán. Las líneas telefónicas convencionales hace años que no funcionan. Los empleados locales de la ONU y de las ONG seguían en contacto con sus colegas en Islamabad a través de la radio o el teléfono satélite. Tras su prohibición el fin de semana del 23 de septiembre, sólo han podido hablar con ellos en presencia de algún funcionario talibán.

'Anoche, un avión llegó hacia las ocho, bombardeó el aeropuerto y un montón de armas almacenadas allí hicieron explosión', relata el comunicante, cuya identidad debe permanecer en el anonimato para evitarle represalias. 'Estaba en el tejado viendo el daño causado por la explosión y de repente llegó otro avión y volvió a bombardear la colina de la televisión, esta vez creo que la bomba fue muy potente, sonó muy mal y rompió los cristales de la mayoría de las casas de esta zona. Iluminó toda la ciudad'.

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Ésa fue toda la luz que tuvieron los habitantes de la capital afgana esa noche, y la anterior, y la siguiente. Porque desde que han empezado los bombardeos los cortes de electricidad son la norma y la población pasa las noches a oscuras, lo cual no sería un problema si durmieran. 'La ciudad huele a quemado y la gente dice que no puede dormir debido al ruido de los bombardeos y al miedo', explicó recientemente Stephanie Bunker, portavoz de la oficina del coordinador humanitario de la ONU.

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