CULTURA Y ESPECTÁCULOS

LA BÚSQUEDA DE LA IDENTIDAD DE LOS BEBÉS ROBADOS EN ARGENTINA

La película 'Los pasos perdidos', con Federico Luppi y Concha Velasco, aborda sin melodrama, según la realizadora Manane Rodríguez, el secuestro de niños durante los años de la dictadura.

Hacía tiempo que quería hacer una película sobre los hijos de desaparecidos. El auge de las noticias en España, la detención de Pinochet, los numerosos testigos que viajaban a Madrid para declarar ante el juez Garzón, las causas contra militares argentinos... Un día me desperté y me dije: '¡Ya lo tengo!', asegura la directora de cine Manane Rodríguez. El resultado, dos años después, fue Los pasos perdidos, una coproducción hispano-argentina que acaba de estrenarse en Buenos Aires y que estará en las salas españolas a partir de octubre, después de su presentación en el Festival Internaci...

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Hacía tiempo que quería hacer una película sobre los hijos de desaparecidos. El auge de las noticias en España, la detención de Pinochet, los numerosos testigos que viajaban a Madrid para declarar ante el juez Garzón, las causas contra militares argentinos... Un día me desperté y me dije: '¡Ya lo tengo!', asegura la directora de cine Manane Rodríguez. El resultado, dos años después, fue Los pasos perdidos, una coproducción hispano-argentina que acaba de estrenarse en Buenos Aires y que estará en las salas españolas a partir de octubre, después de su presentación en el Festival Internacional de Valladolid.

No es una película fácil para los tiempos que corren en Argentina, donde los males de la presente crisis económica ocultan un pasado que dejó heridas muy profundas. 'La memoria duele y aquí hay muchos problemas. Éste es uno más. Se suele decir que la gente quiere ir al cine sólo a divertirse o entretenerse. No sé, yo espero que la gente vaya a ver la película', confía Manane Rodríguez. Un filme sobre la identidad que su directora no habría rodado si creyera que es una cuestión circunstancial. 'El cine siempre abordó el tema desde el melodrama'.

La vida de aparente bienestar y tranquilidad de la veinteañera Mónica (Irene Visedo) y de sus padres de clase media alta, Inés (Concha Velasco), española, y Ernesto (Luis Brandoni), argentino, se rompe abruptamente cuando el verdadero abuelo de la joven, el poeta Bruno Leardi (Federico Luppi) entra en escena para hacer añicos una historia de 20 años construida a partir de engaños. La nieta descubre la verdad: sus verdaderos padres fueron hechos desaparecer por la dictadura después de que ella naciera en un centro clandestino de detención, y la identidad del bebé fue suplantada por los padres, que se apropiaron de ella.

Casos como el de Mónica han puesto de relieve la perversión represiva de los militares argentinos y el robo de hijos de detenidos-desaparecidos como uno de los capítulos más escalofriantes de la dictadura. 'Creo que el trauma está garantizado. El tema de la identidad es grave. Que alguien te diga que todo lo que has vivido no es verdad. Y luego hay unos afectos que no tienen control'. Manane Rodríguez eligió el caso de una chica que, cuando se descubre la mentira, asume la búsqueda de la identidad. 'A la larga, todos estos chicos tendrán que enfrentarse al problema, es una cuestión de tiempo. Las abuelas no tienen tiempo, pero los chicos, sí. Los que se niegan hoy a hacerse la prueba del ADN puede que cambien de actitud dentro de 15 años'. La realizadora asegura, en contra de lo que parece, que no ha contado la historia del poeta argentino Juan Gelman, que pasó años buscando a su nieta nacida en cautiverio durante la dictadura. 'Yo conocía el caso de Gelman, pero no lo tuve nada presente cuando escribí el guión. Sí lo tuve en cuenta cuando él fue a Madrid a declarar ante el juez. La prensa anunció un acto en el Ateneo. Aquella fue la primera vez que lo vi'.

No tuvo dudas a la hora de elegir a los actores. Desde el primer momento pensó en Luppi y Brandoni -'me encantan los dos'-, y el nombre de Concha Velasco lo propuso la productora. 'No la conocía, pero funcionó bárbaro. Me he quedado con ganas de hacer otra película con ella. En Los pasos perdidos, los actores mejoran todos los personajes que estaban escritos'. Manane Rodríguez no las tenía todas consigo cuando contactó con Federico Luppi. Le dejó el guión y, antes de leerlo, le anticipó que no le gustaban las películas discursivas. 'Este tema me parece muy peligroso... Lo leeré y en 10 días te contestaré. Tengo muchas ofertas y muchos trabajos pendientes', fueron sus palabras, según la realizadora. 'Me fui con la sensación de que me diría que no. Llegué a mi casa y a las tres horas sonó el teléfono. Era Federico quien dijo: 'Empecé a hojear el guión y no pude parar. Acabo de terminarlo y antes de nada quiero decirte que cuando quieras la hacemos. Estoy conmovido', recuerda Rodríguez.

Nacida en Montevideo, el golpe de los militares uruguayos de 1973 la llevó a la vecina Argentina. Con tan mala fortuna que, tres años después, Videla y compañía también se levantaron para instaurar otra dictadura. Su refugio definitivo fue España, donde vive desde hace 25 años. 'Hice un cortometraje en el 92 que se llamaba Golpe a golpe, que era la historia de dos exiliados latinoamericanos en Madrid el día del 23-F'. En Uruguay no se dedicaba al cine, sino que estudiaba Medicina. En España hizo de todo. Desde su paso por la facultad de Biológicas a la venta ambulante en la calle, 'como todo latinoamericano', hasta que se inscribió en un curso de cinematografía. Trabajó en tres películas, pasó a TVE y alternó vídeo y cine.

Su primer largometraje fue en 1996. Dos años después obtuvo una beca para desarrollar el proyecto de Los pasos perdidos. Manane Rodríguez conocía a una abuela que vive en España y que tiene una nieta recuperada. La organización Abuelas de Plaza de Mayo le facilitó abundante documentación, fotos y vídeos, con la que ha trabajado hasta el rodaje.

La directora hace el siguiente balance de su película: 'He tratado de acercarme desde la ficción al conflicto de los chicos. Creo que esto siempre sirve, porque, en definitiva, no es un conflicto de todos sino de un grupo de la población que merece apoyo. Ojalá sirviera para que algún chico que tiene dudas de su identidad se presentara y accediera a hacerse la prueba, pero no soy tan optimista respecto a la fuerza del cine'.

El actor Federico Luppi en un momento de la película.

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