Arponazo a los santuarios de ballenas

Los intereses económicos hacen fracasar las negociaciones para aumentar la protección de los cetáceos

Mar gruesa para las ballenas. Las negociaciones desarrolladas por la Comisión Ballenera Internacional en Londres a lo largo de esta semana para aumentar la protección de los cetáceos han fracasado. Los fuertes intereses económicos y la escasa motivación política de algunos Gobiernos con capacidad para resolver el conflicto han tumbado la esperanza de crear dos santuarios para las ballenas en el Pacífico y el Atlántico. El debate del fallido proyecto ha estado envuelto en una espectacular polémica, en la que no han faltado acusaciones incendiarias y hasta dimisiones, como la del ministro de Med...

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Mar gruesa para las ballenas. Las negociaciones desarrolladas por la Comisión Ballenera Internacional en Londres a lo largo de esta semana para aumentar la protección de los cetáceos han fracasado. Los fuertes intereses económicos y la escasa motivación política de algunos Gobiernos con capacidad para resolver el conflicto han tumbado la esperanza de crear dos santuarios para las ballenas en el Pacífico y el Atlántico. El debate del fallido proyecto ha estado envuelto en una espectacular polémica, en la que no han faltado acusaciones incendiarias y hasta dimisiones, como la del ministro de Medio Ambiente de la caribeña Dominica, que ha renunciado a su cargo porque se vio obligado a votar en contra de los santuarios para ballenas que proponían Australia y Nueva Zelanda, y que se habrían sumado a los de Liguria en el Mediterráneo, la Antártida y el del Índico.

El Reino Unido expulsó de sus aguas hace un mes a un ballenero de Noruega
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Parte del problema procede de la falta de ponderación del voto, que hace que países como Dominica, junto al de otras pequeñas islas independientes del Caribe, como Antigua, Barbuda, Granada, Saint Kitts and Nevis, Santa Lucía, San Vicente o las Granadinas, ha tenido tanto peso en la Comisión Ballenera Internacional como Alemania, India, Suráfrica, Brasil, Reino Unido, EE UU, España y hasta la mismísima Suiza (sí, este país alpino, rodeado de altas montañas por todas partes, posee flota pesquera).

Sin embargo, más que en los pequeños países, la clave del fracaso ha radicado en Gobiernos como los de China, Dinamarca, Noruega y Japón, que, junto con las islas mencionadas, han impedido que los países partidarios de los santuarios alcanzaran los dos tercios necesarios para que se aprobase la propuesta.

Ahora, el reloj volverá a correr contra las ballenas hasta que los 41 países miembros de la comisión decidan ponerse de acuerdo y aligerar la persecución que sufren estos cetáceos. Una historia ya antigua y que los navegantes vascos empezaron a explotar en el siglo XI hasta convertirlas en uno de sus principales recursos, sobre todo la ballena franca, hoy una de las más amenazadas de extinción. Les imitaron con el tiempo holandeses, británicos, portugueses y noruegos. El boom llegó con la aparición de los buques impulsados por motores y los arpones lanzados con explosivos. El mundo cazaba ballenas para alimentarse y, sobre todo, iluminarse con su aceite.

Ya en 1925 la Liga de las Naciones reconoció la sobreexplotación de la especie y la necesidad de poner coto a las capturas.

La moratoria no se consiguió hasta 1986. Precisamente, una de las propuestas incluidas en la agenda de Londres era la revisión de esa moratoria. Los países que no la han respetado por distintas razones (Islandia, Japón, Noruega, Corea y otros) aseguran que la población de ballenas se ha recuperado.

El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación británico ha dicho que ninguna de las grandes ballenas (desde el gigantesco rorcual azul, que puede alcanzar las 150 toneladas de peso, hasta el diminuto rorcual aliblanco, de 15 toneladas) corren peligro inmediato de extinción gracias a la moratoria.Pero el rorcual azul y su prima la ballena franca del Atlántico están clasificados como especies en peligro, mientras que la ballena franca boreal, la franca de la Patagonia, el rorcual boreal, el rorcual común y la yubarta están considerados como especies vulnerables.

La comisión ha facilitado un censo cuyos datos no son respaldados por los científicos. Erika Urquiola, coordinadora de la Sociedad Española de Cetáceos, asegura que el censo está inflado.

Con la excusa de verificar ese censo, un buque noruego-danés penetró hace un mes en aguas territoriales británicas. El Reino Unido le expulsó sin miramientos. 'Nos tememos que intentarán hinchar el inventario', dijo a Reuters Rob Bowman, delegado británico en la comisión.

Noruega, Japón e Islandia han recibido duras reprimendas para que renuncien a las capturas. Según la organización WWF, desde la moratoria hasta este año, Rusia, Japón y Noruega han capturado 21.573 ejemplares, de los que 5.620 corresponden al país asiático.

Islandia, después de permanecer nueve años fuera de la comisión, se ha incorporado con el firme propósito de no respetar la moratoria. Noruega dice que sobran ejemplares de rorcual aliblanco. Por eso, los caza desde 1993. Japón lo hace por 'motivos científicos', que pueden fácilmente comprobarse con sólo echar una ojeada sobre las estanterías de los supermercados.

Un equipo de científicos trata de sedar a una ballena franca (hasta 100 toneladas) en Provincetown, Massachusets, el pasado día 14.AP

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