Gobierno y Diputación no aclaran el destino del ganado muerto en Vizcaya desde noviembre

El destino del ganado muerto en Vizcaya desde el pasado 22 de noviembre sigue sin aclararse. El diputado foral de Agricultura, Patxi Sierra-Sesumaga, quien el martes admitió su desconocimiento sobre el emplazamiento de los cadáveres, tampoco ofreció más aclaraciones ayer ante las Juntas Generales vizcaínas, el foro donde llegó ayer la crisis de las vacas locas. Además, eludió responder a las peticiones de la oposición, que le pidió la elaboración de un estudio sobre el emplazamiento de los cadáveres para evitar problemas futuros.

Sierra-Sesumaga expresó su confianza en que los ga...

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El destino del ganado muerto en Vizcaya desde el pasado 22 de noviembre sigue sin aclararse. El diputado foral de Agricultura, Patxi Sierra-Sesumaga, quien el martes admitió su desconocimiento sobre el emplazamiento de los cadáveres, tampoco ofreció más aclaraciones ayer ante las Juntas Generales vizcaínas, el foro donde llegó ayer la crisis de las vacas locas. Además, eludió responder a las peticiones de la oposición, que le pidió la elaboración de un estudio sobre el emplazamiento de los cadáveres para evitar problemas futuros.

Sierra-Sesumaga expresó su confianza en que los ganaderos vizcaínos 'hayan depositado [las reses muertas] en lugares convenientes'.

El consejero de Agricultura, Iñaki Gerenabarrena, manifestó asimismo desconocer el destino de los animales fallecidos y destacó que la competencia es de la Diputación. 'Tampoco conocemos que haya habido ningún problema porque, de haberlo habido, habríamos sido los primeros en enterarnos'.

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En las Juntas Generales vizcaínas, el representante de Euskal Herritarrok Julen Aginako calificó este asunto de 'chapuza descontrolada. No sabemos cuántas cabezas han muerto, cuántas se han sepultado, cuántas han fallecido sin análisis. Ha sido un error mayúsculo y esto es responsabilidad de la Diputación', afirmó.

Mientras, el Gobierno navarro y la empresa cementera Portland han alcanzado un acuerdo que permitirá, a partir de junio, la incineración en los hornos de la empresa de las harinas cárnicas -el origen del mal de las vacas locas- que se producen en la comunidad foral, unas 15.000 toneladas, incluyendo los materiales específicos de riesgo (MER).

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