El príncipe de la duda

Considerada hoy la obra más famosa del teatro en lengua inglesa, diversas versiones de la tragedia de Hamlet aparecieron ya en otras literaturas europeas antes de que Shakespeare abordara a su príncipe de la duda. Según los estudiosos del dramaturgo británico, el precedente más claro de la historia es una pieza titulada Historias trágicas...

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Considerada hoy la obra más famosa del teatro en lengua inglesa, diversas versiones de la tragedia de Hamlet aparecieron ya en otras literaturas europeas antes de que Shakespeare abordara a su príncipe de la duda. Según los estudiosos del dramaturgo británico, el precedente más claro de la historia es una pieza titulada Historias trágicas, publicada en París en 1570 y firmada por François de Belleforest. Ambientada en la era precristiana, narra el asesinato del noble Horvendile, padre de Hamlet, a manos de su hermano Fengon. Casado el fratricida con la esposa del difunto, la reina Geruth, el joven Hamlet trata al principio de escapar a su destino, la venganza, haciéndose pasar por loco. Tras muchas peleas, conjuras, muertes y una huida a Inglaterra, el joven huérfano corta la cabeza de su tío, pero es traicionado y abatido también trágicamente al final de la obra. El Hamlet de Shakespeare, por su parte, no fue escrito de un tirón. La pieza fue cobrando forma entre 1598 y 1600 a medida que los actores de las dos principales compañías de la época, Lord Chamberlain y Admiral, interpretaban textos alusivos a las penurias del rubio príncipe danés. En 1603, el dramaturgo británico publicó su primera versión, titulada La tragedia de Hamlet, príncipe de Dinamarca, tal y como ha sido representada en varias ocasiones por los servidores de su alteza en la ciudad de Londres, así como en las universidades de Oxford y Cambridge y en otros lugares.El rey en cuestión era el estuardo Jaime I, y esta entrega apareció en forma de libro en cuarto (hojas de tamaño holandesa). El segundo cuarto llegaría un año después con el texto más completo conocido de la obra. En 1623, una reimpresión, esta vez un libro en folio, ofrecía una pieza algo más corta pero mejor puntuada. Como el propio Shakespeare dependía de la bondad de las transcripciones, los expertos suponen que se trata de una copia del manuscrito que utilizaban los artistas en escena. Dadas las diferencias entre unos textos y otros, los directores de teatro suelen escoger hoy en día los pasajes del segundo cuarto y el folio que más les convienen para representar la tragedia.

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