Una exposición muestra el arte de los reinos hispanos en tiempos de Carlos I

El Salón del Tinell de Barcelona acoge la exhibición hasta el 4 de marzo de 2001

El Salón del Tinell de Barcelona fue uno de los espacios que, con toda seguridad, visitó Carlos I en su periplo para tomar posesión de los diversos reinos hispanos y del condado de Barcelona. Es también la sede de la exposición El arte en Cataluña y los reinos hispanos en tiempos de Carlos I. Es la última de la serie de exhibiciones organizadas por la sociedad estatal para la conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V y está comisariada por el catedrático de Historia del Arte Joaquín Yarza. La exposición podrá visitarse desde hoy hasta el 4 de marzo.

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El Salón del Tinell de Barcelona fue uno de los espacios que, con toda seguridad, visitó Carlos I en su periplo para tomar posesión de los diversos reinos hispanos y del condado de Barcelona. Es también la sede de la exposición El arte en Cataluña y los reinos hispanos en tiempos de Carlos I. Es la última de la serie de exhibiciones organizadas por la sociedad estatal para la conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V y está comisariada por el catedrático de Historia del Arte Joaquín Yarza. La exposición podrá visitarse desde hoy hasta el 4 de marzo.

El rey observador

El arte en Cataluña y los reinos hispanos en tiempos de Carlos I es una exposición pequeña en dimensiones -contiene poco menos de un centenar de obras-, pero tiene la voluntad de reconstruir el ambiente artístico de la Península en el no siempre fácil viaje del joven rey. De ahí que los organizadores hablen de Carlos I, puesto que el monarca aún no había sido coronado emperador. La exhibición es el único acto organizado en Barcelona para conmemorar el reinado de Carlos V y cuenta con la colaboración del Ayuntamiento a través del Instituto de Cultura de Barcelona y del Museo de Historia de la ciudad.Se trata de un recorrido por el arte que se producía y se podía contemplar en las primeras décadas del siglo XVI en los diversos territorios hispanos. Un arte que en 1517 -año de la accidentada llegada del monarca y su comitiva al puerto asturiano de Tazones en lugar de Santander, donde se les esperaba- se mueve entre dos modelos: el flamenco tardogótico y el italiano renacentista.

El primero estaba bien asentado y era el privilegiado por los grandes clientes y comitentes (mecenas) de la Península, Iglesia y aristocracia, que compraban obra en Flandes o se traían a sus artistas. De factura flamenca son los retablos de La Virgen de la mosca, de un maestro anónimo y que se conserva en la Colegiata de Toro (Zamora), y de las Tentaciones de San Antonio, de El Bosco, del Museo del Prado. Asimismo, la exposición muestra una selección de objetos litúrgicos, orfebrería, miniaturas y tapices, arte muy apreciado por los comitentes de la época. Así, se muestran dos de los tapices de la serie de la Salve de la catedral de Palencia, encargados por el obispo Juan Rodríguez de Fonseca.

Como contrapunto, las formas renacentistas van llegando a la Península a través de artistas hispanos formados en Italia, aunque "con reticencias y lentitud", según recordó Yarza, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona. Los principales importadores de los nuevos modelos son los pintores Fernando Yáñez de la Almedina, Fernando de los Llanos y el escultor Diego de Siloe, de quienes se muestran diversas obras, como una Sagrada Familia con San Juan niño, de Siloe, que se contrapone a un Cristo crucificado de su padre, Gil de Siloe, de tradición gótica.

Además de subrayar la convivencia de estas dos corrientes, la exposición reproduce el recorrido de Carlos I, que recibió la noticia de la muerte del emperador Maximiliano precisamente en la ciudad de Barcelona, en 1519. Los límites cronológicos de la exposición alcanzan desde la muerte de Isabel la Católica en 1514 hasta poco después de la partida de Carlos I.

Tras el erróneo desembarco en Asturias, la comitiva se dirige hacia Castilla, Aragón y Cataluña. Regresa a Aragón y Castilla y pasa por León y Galicia, donde volverá a embarcar para ser coronado emperador en Aquisgrán. "En las otras exposiciones del centenario, como las de Toledo y Gante, el rey ha sido siempre el protagonista. En ésta es una figura pasiva, es un observador", explicó Yarza. "Cuando llega a la Península, Carlos I es un joven que no sabe qué se va a encontrar, no conoce las lenguas peninsulares ni el territorio", continuó. De igual manera, en estos primeros momentos Carlos I no desempeñó ningún papel como promotor de empresas artísticas, según explica Yarza en el catálogo que acompaña la exhibición.Artísticamente, son Castilla y Aragón las regiones que presentan una mayor vitalidad. Burgos sigue siendo el foco creativo y difusor más destacado. A pesar de ello, los organizadores de la exhibición han querido destacar también lo valioso del patrimonio de puntos como Galicia y Cataluña, que vive cierta decadencia, a excepción de Girona.

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