Francia prohíbe todos los piensos de origen animal por la crisis de las 'vacas locas'

El Gobierno de Jospin prepara la destrucción de cientos de miles de toneladas de harinas

El Gobierno francés decretó ayer una movilización nacional en toda regla contra el mal de las vacas locas. La principal medida es la suspensión del uso e importación de piensos que contengan restos de carnes o huesos, a fin de garantizar que cerdos, aves de corral y pescados no sean alimentados con esos productos, eliminando a su vez el margen de fraude que pueda existir respecto a la prohibición de su uso en los rumiantes. Con ello se pretende dar seguridades a los consumidores y salvar también el sector bovino, que va de cabeza a la catástrofe económica si no se corta el miedo.

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El Gobierno francés decretó ayer una movilización nacional en toda regla contra el mal de las vacas locas. La principal medida es la suspensión del uso e importación de piensos que contengan restos de carnes o huesos, a fin de garantizar que cerdos, aves de corral y pescados no sean alimentados con esos productos, eliminando a su vez el margen de fraude que pueda existir respecto a la prohibición de su uso en los rumiantes. Con ello se pretende dar seguridades a los consumidores y salvar también el sector bovino, que va de cabeza a la catástrofe económica si no se corta el miedo.

Transgénicos

Otra de las medidas adoptadas es la prohibición de una pieza tan inherente a la gastronomía francesa como el chuletón de vacuno, cuya carne podrá aprovecharse sólo si se corta de modo que no esté adherida el hueso. Controles más sistemáticos en los mataderos, incremento de 500 puestos de veterinarios e inspectores médicos y un amplio programa de investigación científica completan el plan gubernamental.Acompañado por varios miembros de su gabinete, el primer ministro, Lionel Jospin, dedicó cuarenta minutos a desgranar ante los periodistas un minucioso abanico de medidas para restablecer la tranquilidad pública, muy alterada por las noticias alarmistas de las tres últimas semanas. El Gobierno no ha podido esperar al dictamen científico que había pedido para determinar si los piensos de origen animal con los que se sobrealimenta a varias clases de ganado son realmente los transmisores de la enfermedad de las vacas locas, porque necesita cortar el contagio más peligroso de todos: el pánico. De hecho, la prohibición del uso e importación de piensos animales ha sido presentada como "temporal", pero todo parece indicar que muy pronto será definitiva.

La primera dificultad para ejecutar el plan es la necesidad de almacenar y destruir una cantidad ingente de piensos. La cifra está en fase de evaluación, si bien el punto de referencia es el de un millón de toneladas de dichos productos por año, cuya supresión costará alrededor de 5.000 millones de francos (120.000 millones de pesetas).

El Gobierno dice poder movilizar la capacidad suficiente para quemar 486.000 toneladas anuales de harinas y 40.000 toneladas de grasas. Pero necesita buscar el modo de deshacerse de otras 500.000 toneladas más de aquí a junio de 2001. Y antes de que todo eso pueda destruirse hay que recogerlo y almacenarlo.

El ministerio de Defensa está estudiando el uso de instalaciones militares para acumular los piensos desechados. Pero la ministra de Medio Ambiente, Dominique Voynet, ya ha advertido de que se necesitan "lugares estancos, pero también bien ventilados". La utilización exhaustiva de incineradoras, incluso la puesta en servicio de algunas viejas instalaciones, plantea problemas de emisión de dioxinas. La responsabilidad de recoger los productos sospechosos y llevarlos hasta los lugares que se designen para el almacenamiento recaerá en los prefectos, que son los delegados gubernativos en cada departamento.

El primer ministro se mostró ayer muy consciente de lo que puede suceder ahora: un probable rosario de protestas locales, aquí y allá, por parte de los que van a oponerse a almacenar productos sospechosos. En su conferencia de prensa de Matignon, Jospin enfatizó que "un programa como éste necesitará del esfuerzo de todos, especialmente en lo que se refiere a la aceptación, por los ayuntamientos y las poblaciones, de lugares de almacenamiento sobre su territorio".

Otro problema de envergadura es la sustitución de las harinas ahora prohibidas por otras proteínas. Si los herbívoros van a volver a serlo en Francia, este país no tiene otro remedio que importar proteínas vegetales de sustitución. Europa ya importa de América (Estados Unidos, Brasil, Argentina) el 70% de las proteínas vegetales que necesita, principalmente soja, y ahora Francia se enfrenta con necesidades suplementarias. Jospin expresó ayer la voluntad política de revisar el acuerdo internacional de 1992, por el que la UE se comprometió a limitar a 5 millones de hectáreas la superficie dedicada al cultivo de soja y de colza en su territorio, con el fin de aumentar la producción autóctona.

Otra duda es si la importación de proteínas vegetales abrirá la puerta a los transgénicos. Preguntado por este asunto, Jospin contestó que esa inquietud demuestra que "los riesgos son múltiples y existen por todas partes". Y dirigiéndose al periodista, remachó: "Su pregunta muestra que cuando se toma una decisión, es preciso tener en cuenta las consecuencias".Entretanto, la psicosis ha llegado a Italia. Aunque el Gobierno no ha tomado de momento ninguna medida, los colegios del norte del país se precipitaron ayer a eliminar de sus menús la carne de vacuno procedente de reses con más de dos años. Y uno de los principales grupos de consumidores, Codacons, exigió al Gobierno que cierre las fronteras al vacuno francés.

En España, la Asociación Nacional de Productores de Vacuno de Carne (Aprovac) pidió ayer al Gobierno que prohíba las importaciones de carne de Francia e Irlanda.

Chirac rentabiliza el miedo

El presidente francés, Jacques Chirac, ha conseguido apuntarse un tanto sobre el primer ministro, Lionel Jospin, su eventual adversario para las próximas elecciones presidenciales de 2002. Frente a la glacial racionalidad de la que Jospin ha hecho gala para gestionar la actual crisis alimentaria -mediante la adopción de la postura de que, si no existe dato científico alguno que permita pensar en un problema sanitario, por qué la población no va a consumir carne-, Chirac se subió a la ola de las inquietudes populares cuando apareció en televisión, hace una semana, para pedir la prohibición solemne de las harinas animales en la cadena alimentaria. Y se acabó.

Asustados por el inquietante mensaje presidencial -que sugiere poco menos que un envenenamiento asegurado- los consumidores han optado por abandonar el consumo de carne: con lo que el comercio de bovino ha experimentado en una semana un descenso del 30%, los grandes hipermercados han vendido entre un 30% y un 40% menos de carne, varios mataderos amenazan con cerrar y en Bretaña se habla de suicidios. Un juego, por tanto, realmente peligroso no ya para la salud humana, sino para un sector que emplea a 350.000 personas.

Por su parte, Jospin ha demostrado que él no es un oportunista; pero se ha visto en la tesitura de rectificar su criterio inicial, a costa de anunciar un plan de tales dimensiones que su gestión le puede conducir a dificultades todavía mayores.

Además, Chirac y la derecha no se encuentran solos en este combate contra los males de la carne. En el propio seno del Gobierno socialista, el ministro de Economía y ex primer ministro, Laurent Fabius, exhibió una postura idéntica a la de Chirac. Tal vez la actitud de Fabius está motivada por el hecho de haberse visto procesado bajo la acusación de no haber hecho todo lo que estaba en su mano para detener el drama de la sangre contaminada, acusación de la que finalmente quedó exculpado.

[La Comisión Europea aceptó ayer la decisión francesa de prohibir las harinas de carne para la alimentación del ganado, a pesar de que en la UE están autorizadas para cerdos, aves y pescado, pero, según observadores diplomáticos, París tendrá difícil extender su postura al conjunto de los países miembros y Francia quedará en posición vulnerable ante importaciones de países menos rigurosos.]

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