Crítica:TEATRO - 'LOS ENGRANAJES'

Comer y callar

Matar a alguien, hacer pastelillos y comérselo, repartirlo entre los buenos vecinos, es un suceso teatral frecuente. Lo escribieron Shakespeare y, antes, Séneca: llegó hasta el género musical, con Sweeny Todd. Y ahora lo escribe el joven autor Raúl Hernández Garrido. Explica que lo escribe porque es algo que se da en la vida real: pasó en la Rusia que ya evolucionaba hacia la civilización capitalista, en términos parecidos a los que reconstruye en una España imaginaria. Y subraya su justificación con la lectura de titulares que recuerdan otras enormidades reales.Suceden por unos engrana...

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Matar a alguien, hacer pastelillos y comérselo, repartirlo entre los buenos vecinos, es un suceso teatral frecuente. Lo escribieron Shakespeare y, antes, Séneca: llegó hasta el género musical, con Sweeny Todd. Y ahora lo escribe el joven autor Raúl Hernández Garrido. Explica que lo escribe porque es algo que se da en la vida real: pasó en la Rusia que ya evolucionaba hacia la civilización capitalista, en términos parecidos a los que reconstruye en una España imaginaria. Y subraya su justificación con la lectura de titulares que recuerdan otras enormidades reales.Suceden por unos engranajes, como titula su obra, de la sociedad: sobre todo, por unos hechos engranados en torno a Nina, cuya vida vemos: niña abandonada, niña sexual, niña mal abortada. Hasta el suceso. El autor crea una novela escénica, cortada en cuadros breves, no siempre cronológicos: como tal novela, necesita muchos personajes y, si hay diez en escena, cada uno de ellos interpreta varios para ir formando el engranaje. El texto está impávido ante el suceso: no lo lleva a la tragedia, tampoco introduce el humor. Ni hace frases morales. Ni inmorales. Una historia objetiva y fría, aunque se incline por la criatura femenina que ha llegado a ese extremo y no deje de señalar la dureza de las monjas, la insensibilidad de los juzgadores. Con todo lo tremendo que lleva por dentro y hasta por fuera, es un teatro sin emociones.

Los engranajes

De Raúl Hernández Garrido. Intérpretes: Marta Aledo, Noelia Tejerina, Paul Lostau, Carmela Nogales, Txema Piñeiro, Mar Corzo, María Morales, Rosana Blanco, Mauricio Bautista, Luis Rallo. Escenografía, vestuario y dirección: Francisco Vidal. Compañía El Grito. Sala Pradillo.

Es difícil de interpretar y difícil de dirigir. Francisco Vidal, director, cuenta esa historia también con impavidez y seguridad, manejando los argumentos de los personajes en un supuesto juicio, y los de los juzgadores. Los actores interpretan con pocos matices; dentro de ellos, Marta Aledo, en el papel principal, mantiene muy bien las dificultades. El público del estreno se puso de parte de la obra, de los actores y la dirección, y aplaudió insistentemente.

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