Tribuna:

Buenas intenciones

Con mejores intenciones que las anticipadas se ha saldado esta primera reunión de los ministros de la OPEP, coincidente con el 40º aniversario de la fundación del cartel. Los 800.000 barriles diarios de producción adicional efectivos a partir del 1 de octubre (aproximadamente un 3% sobre lo que supuestamente estaban bombeando hasta ahora los 10 países miembros, excluido el sancionado Irak) se espera que contribuyan a suavizar las tensiones en precios, pero es pronto para anticipar la definitiva reconducción hacia el entorno de los 25 dólares por barril deseado por los principales comprador...

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Con mejores intenciones que las anticipadas se ha saldado esta primera reunión de los ministros de la OPEP, coincidente con el 40º aniversario de la fundación del cartel. Los 800.000 barriles diarios de producción adicional efectivos a partir del 1 de octubre (aproximadamente un 3% sobre lo que supuestamente estaban bombeando hasta ahora los 10 países miembros, excluido el sancionado Irak) se espera que contribuyan a suavizar las tensiones en precios, pero es pronto para anticipar la definitiva reconducción hacia el entorno de los 25 dólares por barril deseado por los principales compradores, o incluso hacia los 28 dólares manejados como referencia por el cartel.Los buenos propósitos de esos países productores sólo pueden incidir parcial y lentamente en un mercado cuya demanda sigue sometida a tensiones difíciles de compensar con esa oferta adicional, la tercera desde el pasado marzo. La atención habrá de desplazarse desde Viena o Caracas hacia los países importadores. En primer lugar, porque los países agrupados en la OPEP apenas superan el 40% de la producción mundial y, tras esta última decisión, si efectivamente se lleva a cabo, no les quedarán muchas más posibilidades de bombear crudo, al igual que les ocurre a los principales productores no pertenecientes al cartel, Noruega y México en particular. En segundo, porque esa pretensión estabilizadora de los precios encontrará serios obstáculos en una demanda alimentada por ritmos de crecimiento relativamente intensos de las economías que ahora afrontan el invierno con sus inventarios en niveles relativamente bajos, en particular de productos refinados. Por último, la erosión de la capacidad de maniobra de la organización de los países exportadores para estabilizar los precios encuentra en los diferentes operadores e intermediarios presentes en este mercado limitaciones mayores que en el pasado.

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Aun cuando en las próximas jornadas se apreciaran cesiones significativas en el precio del barril y éstas fueran respaldadas en los próximos encuentros de la OPEP, el daño en algunas economías ya ha sido y será importante. Particularmente en las europeas que comparten moneda: casi simultáneamente con el comienzo de la tendencia apreciadora del barril, el tipo de cambio del euro iniciaba un camino inverso frente a la divisa en que se denomina el precio de esa materia prima. El efecto conjunto de esa suerte de calvario ya lo hemos observado parcialmente en repuntes inflacionistas en todas las economías del área, pero queda por ver sus más retardadas implicaciones sobre las balanzas de pagos y el crecimiento de la producción. La mayor eficiencia en el uso de ese tipo de energía (en su consumo por unidad de producto) de la generalidad de las economías y el hecho de que la UE sea el principal exportador a los países de la OPEP (se estima que las elevaciones en el precio del crudo les generen este año ingresos del orden de 250.000 millones de dólares, frente a 161.000 millones del pasado y 116.000 millones de 1998) pueden reducir el impacto neto en el área, aunque, como es lógico, de forma muy desigual según las economías.

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