Tribuna:FERIA DE ALICANTE

Llamarse Manzanares, o no

Es mucho Manzanares, todavía, en esta plaza. Toíto se lo consienten. Anuncia el diestro alicantino que se va definitivamente. Que ésta iba a ser su última tarde de luces. Que ahora sí. Y lo corroboró sobre el albero donde tantos éxitos conoció. José María Manzanares(ovación y pitos) mostró la cara y la cruz de un arte que dominó. Se pasó la tarde desconfiado y en probaturas y no tuvo los peores animales a su merced. Tenían romana, toda la corrida, pero bondad y casta. Manzanares, retador hacia el palco en su primero al negarle trofeo, se marchó del ruedo, con la excusa de que su segundo le hab...

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Es mucho Manzanares, todavía, en esta plaza. Toíto se lo consienten. Anuncia el diestro alicantino que se va definitivamente. Que ésta iba a ser su última tarde de luces. Que ahora sí. Y lo corroboró sobre el albero donde tantos éxitos conoció. José María Manzanares(ovación y pitos) mostró la cara y la cruz de un arte que dominó. Se pasó la tarde desconfiado y en probaturas y no tuvo los peores animales a su merced. Tenían romana, toda la corrida, pero bondad y casta. Manzanares, retador hacia el palco en su primero al negarle trofeo, se marchó del ruedo, con la excusa de que su segundo le había dado un pisotón, tras oírse una pitada. Menos mal que al menos le dio la alternativa a Juan Belmonte (ovación y palmas). El torero de la tierra no se descompuso en su debú e hizo tanto como el maestro después, pero él no se llama Manzanares y el público estuvo frío. Con el sosote que cerró plaza, estuvo aseado con la derecha e intentó el toreo al natural pero por ese pitón el colorao no quería monsergas. Abrevió el toricantano, tardó en cuadrar y se le fue el animal a tablas donde la suerte suprema se le puso cuesta arriba y, avisado, finalmente resolvió el compromiso.

El eléctrico David Luguillano(oreja y ovación) salió tan animoso que si no fuera porque sonreía diríase que estaba crispado. Asi hizo sus dos faenas. La primera con ligazón y adornos. La segunda lo puso todo el lidiador que se olvidó del reloj en busca de abrir la puerta grande y perdida.

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